Comentario de Conciertos
El concierto de Cibo Matto en Chile era una cita con las dos décadas de carrera de una banda original y exitosa. Con los hits que catapultaron a las japonesas a cierto grado de fama, ganando también un espacio dentro de la denominada “buena música” (la popularidad no es necesariamente proporcional a la calidad). A eso de las 22:45 hrs. los asistentes (alrededor de 500) chiflaban y gritaban, expectantes; en su mayoría, personas ansiosas por este espectáculo tras sufrir el hiato de casi diez años y celebrar el reencuentro en el 2011.
La fe era puesta a prueba. Pasado el mediodía en Santiago y con una fila que se extendía por cuadras, Frontera Festival comenzaba a abrir sus puertas más de una hora más tarde de lo estipulado y, por ende, retrasando la salida de todos los artistas a escena. El ingreso paulatino de los asistentes al recinto de Blanco Encalada facilitó la prueba de sonido a las primeras bandas que se presentaron en este marco.
En un 2011 donde el circuito de conciertos se ha encargado de hacer justicia con varias deudas pendientes, este viernes en el Bicentenario de La Florida era el turno de que se pagara una de las grandes. Puede ser un concepto repetido, pero no por ello es menos cierto: System of a Down es parte fundamental de la banda sonora de miles de ex adolescentes que ayer asistieron en masa a encontrarse con ellos.
Entre el post trauma de la resaca del año nuevo y el frenetismo por escapar de Santiago, se presentó por primera vez en chile Mayer Hawthorne, el crooner predilecto hoy por hoy de la costa oeste -y por rebalse, del mundo- con la intención de mostrar “A Strange Arrangement”, su muy buen disco del 2009, defendido por el sello Stones Throw, más un puñado de canciones nuevas. Altas expectativas y una noche fresca se juntaron para la ocasión. Todo en coherencia al recién nacido verano. Nada más apto.
En un año lleno de sueños cumplidos y deudas pagadas, los Stone Temple Pilots pisaron suelo chileno. Por fin. Después de dieciocho años, incluyendo aquellos en que parecía realmente imposible, cuando estuvieron separados. Después de que lo único con alguna vaga semejanza a esa utopía fue la venida de Velvet Revolver el 2007, que ni siquiera sirvió de placebo. Después del regreso y la ansiedad, el martes 7 de Diciembre fue la fecha de la redención.
Como un bastión perdido de la segunda guerra mundial lucía el escenario, que estaba separado del público por una enorme bandera de Alemania, concediéndole una advertencia imponente a lo que estaba por ocurrir. Pues estábamos frente a una máquina total de destrucción, que instigaba con todo su poder a una congregación que llegó en tropel al recinto de La Florida para ver en acción a estos seis engranajes que forman Rammstein.
Avalados por sus cuatro discos, la mitología DFA y sencillos radiales varios, Hot Chip subió a eso de las 11 de la noche al escenario del Teatro Caupolicán para jugar una partida cuya victoria estaba asegurada. El show comenzó con ‘And I Was a Boy from School’, la canción que los dio a conocer, que convirtió al recinto de San Diego en una pista de baile gigante, repleta de personas dispuestas a derrochar toda su energía viendo a los británicos.
Alrededor de 1.000 personas fueron los testigos del primer y quizás único show que hará Stereophonics en Chile. Luego de sus paradas Brasil y Argentina, la banda presentó su último trabajo “Keep Calm And Carry On” ante un pequeño, pero preciso público. El grupo liderado por el vozarrón de Kelly Jones en casi dos horas de show realizó una presentación soberbia, que demostró sus años en el circo.
Así fueron los dos días de festival, en donde pasaron por el mismo escenario Mika, Scissor Sisters, Thievery Corporation y Massive Attack. Dos noches en donde pasó de todo.
Con cerca de una hora de retraso y fans impacientes, Phoenix por fin aparece sobre el escenario en marco de su gira “Wolfgang Amadeus Phoenix”. Un setlist de lujo, pilas cargadas, locura y entusiasmo, era todo lo que se necesitaba para dejar al público más que satisfecho. Eran seis sobre el escenario y pura energía.
Belle & Sebastian vinieron y demostraron que después de tanto tiempo siguen emocionando a su audiencia con cada una de las notas ejecutadas. Una deuda saldada para todos los seguidores de ese chamber pop que no se avergüenzan de querer que cada día del año tenga un pedacito de primavera.
Las relaciones humanas pueden presentar escenarios de todo tipo; ser tan enmarañadas como totalmente abiertas son sus espectros más regulares y nosotros, como entes pensantes las vamos reproduciendo diariamente y en la mayoría de las situaciones. Esto simboliza lo permeable que es nuestra identidad al ambiente y lo fuerte que pueden ser las conexiones en un momento dado. Una clara muestra de ello ocurrió ayer domingo, cuando más de veinte mil personas, en un solo recinto, anularon (en parte) su individualidad y se dejaron llevar por algo que los congregaba y que todos esperaban.
Era una cita de esas especiales. El primer encuentro en persona (al menos, en lo que a nuestro suelo respecta) con una banda que, si bien en Chile sólo es conocida “de nombre” por un grupo no mayoritario, ya tiene un lugar ganado a nivel mundial, así como también una de las fanaticadas más fieles del circuito musical. Y claro, sus correligionarios nacionales no fueron menos, e hicieron sentir su presencia en el Movistar Arena.
Cuando los colados desde atrás eran dos o tres, causaba gracia adelante. Pero las caras de susto e intranquilidad se propagaron por el VIP, desde el momento en que la separación con la cancha general comenzó su agonía, hasta que expiró. La escena podría haber sucedido en 1997, el año en que el primer show de Rage Against The Machine en Chile fue agendado y luego suspendido hasta nuevo aviso. Una época en que los más próximos al escenario eran los que llegaban temprano, quienes pagaban con fanatismo –y no con dinero- el derecho a estar cerca del grupo. La presencia policial en el estadio sólo engrosó el cariz anacrónico de la espera.
Finalmente, llegó el día. Tras las polémicas, las expectativas, las demandas, las promesas y los severos errores. Aún entonces, ad portas al evento mismo, era inevitable sentir una natural incertidumbre que iba mucho más allá de la productora y la fama que ésta se creó durante los últimos meses. Porque, en el papel, el Maquinaria Festival era una experiencia completamente inédita, que requería un nivel de eficiencia y organización (por parte de sus realizadores) a la altura de las circunstancias. Pero, asimismo, era fundamental que el público también hiciera su parte y actuara de forma acorde -lo que implicaba, digámoslo, que muchos se tragaran una más que justificada disconformidad acumulada en las semanas previas-.
Así fue el show de Incubus en Buenos Aires, Argentina el día 5 de Octubre del 2010. Escrito por Belén Cámbara.
No era una primera vez, pero se sentía como tal. El regreso de Lauryn Hill tenía mucho de deuda pendiente, tras aquella extraña, confusa y -por lo mismo- recordada presentación del 2002. Y claro, más allá de los esperanzadores setlists previos, ese único antecedente tenía a muchos de los presentes (un tercio, quizás, del reducto en cuestión) inconscientemente preparados para cualquier cosa.
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