El artista creador del Bossa Nova en algún momento decidió desaparecer. Treinta años en que el público no lo ha visto más que en escenarios y en Youtube. Treinta años en los que el mismo João no ha armado un alboroto alrededor de su ya mítica figura. El documental pone a Gilberto como el premio máximo que su director, Georges Gachot, puede recibir después de moverse hasta Río de Janeiro para buscar al cantante.
Algo que el trailer no muestra es que este documental viene a ser como la segunda parte de una búsqueda que comenzó con el libro Hó Bá Lá Lá. Á procura de João Gilberto de Marc Fischer, un alemán que emprendió la misma cruzada de Gachot, pero unos cinco años antes. A diferencia de la aventura que muestra el documental, Fischer vuelve a su natal Alemania sin una aproximación clara a Gilberto y lamentablemente su historia terminó en un posible suicidio.
Al final, Gachot echa mano a la leyenda misteriosa de Gilberto, al fantasma que pena de Fischer, a la ayuda de las mismas fuentes a las que Fischer usó en su momento y va poco a poco revelando a un músico que por gran parte del metraje parece ser más un capricho de un fan que no sabe a dónde va su vida (esa descripción le hace justicia tanto al Fischer del libro como al Gachot del documental), pero que al final termina siendo exactamente el premio que buscaban.
La cinta funciona en varios niveles, dependiendo desde dónde se vea. Desde los fanáticos que creen que el artista les debe algo, hasta los mismos artistas que reniegan de su fama, e incluso la búsqueda de sentido en la vida que te lleva a hacer cosas que normalmente no harías. Al final, todos los peros que pueda tener el documental quedan en nada con la escena final. Una solución poética al enigma que es Gilberto en sí.