Weyes Blood es una vibe. Eso lo dejó muy claro con su debut en un escenario local, durante la primera jornada de Fauna Primavera. Con una voz que parece venida de otros tiempos, una presencia hipnotizante y, lo más importante, grandes canciones, nos dejó felices y pensando en los múltiples significados que puede tomar la belleza.
Se podría pensar que el horario elegido para el debut de Weyes Blood en Chile –el momento más soleado de la tarde– no era el idóneo para la psicodelia dreamy de su pop barroco. Pero desde que salió al escenario, y a pesar del calor, Natalie Mering hechizó a los asistentes con una delicadeza tan segura y robusta, que no permitió que el sol fuese un obstáculo.
Por el contrario, la elegancia diurna de su vestido vintage con gafas oscuras evocaba a Audrey Hepburn en Desayuno en Tiffany’s. Una nostalgia en la estética que se acoplaba por completo a su voz folk sesentera y a los numerosos sintetizadores análogos que acompañaron la presentación, reemplazando el arpa, los vientos y las cuerdas de sus álbumes.
Cuando sonó la primera canción, ‘It’s Not Just Me, It’s Everybody’, todavía no se reunía tanta gente alrededor del escenario, pero poco a poco se fueron sumando las personas que venían llegando al festival y los rezagados que, inevitablemente, fueron capturados por su voz y simpatía. Y Natalie no se restringió al momento de interactuar con el público. Una de las primeras cosas que contó fue que las visuales de ‘God Turn Me Into a Flower’ las realizó el documentalista británico Adam Curtis, y en ‘Something to Believe’ hizo una encuesta sobre quiénes creían en la astrología.
En ‘Andromeda’ tomó la guitarra y antes de sentarse al piano a cantar ‘Everyday’, preguntó a la audiencia si estaban preparados para el mosh, llegando al climax del tema con un golpeteo a palma abierta de las teclas del teclado, mientras abajo el entusiasmo sacudía los cuerpos que antes habían estado bailando hipnotizados al ritmo de su suave rock.
El show lo cerró con ‘Movies’, que estuvo acompañada por unas visuales de montaje frenético con películas clásicas y otros materiales audiovisuales, mientras arrojaba rosas blancas fuera del escenario, con la misma candidez que tuvo durante los sesenta minutos de esta esperada primera presentación, dejando a un público con ganas de más y esperando a que no pase tanto tiempo para tenerla de regreso en nuestro país.