Enmarcado en uno de sus últimos shows en Chile antes de partir a Mexico, el debut de Weichafe en Lollapalooza era quizás uno de esos puntos en la lista que se debían tachar antes de despedirse de los escenarios locales. Con los primeros acordes, inmediatamente se sintió una explosión de sonido que en segundos atrajo a los presentes de polera negra que arribaban al parque, pasadas las dos de la tarde.
Uno de los puntos altos fue la conexión con el público, como siempre en sus conciertos. La gente coreaba, armaba pogos y seguía a la banda en todas sus peticiones. En la canción final, Pierattini y compañía exigieron un gran mosh y la audiencia rápidamente concretó.
Lollapalooza es un escenario importante y muchos lo usan como una plataforma para levantar temas contingentes. En este concierto, la banda habló del aborto, la inmigración, la machi Linconao, la ley antiterrorista, la diversidad sexual y más, a través de imágenes, carteles que desplantaron en el escenario o las mismas palabras de Angelo Pierattini. Después de un par de canciones con más y más consignas encima, se volvió tedioso y poco creíble. Se disipó el objetivo. Cambiaba la canción y, al mismo tiempo, la causa que querían denunciar. Se sintió como un accesorio para apelar a la masa, más que un aporte real desde el activismo.
El show, además, estuvo lleno de covers, punto que también les jugó una mala pasada. Es entendible el deseo de aprovechar este escenario para homenajear, pero fuimos a ver un concierto de Weichafe. La reversión de ‘Estrechez de Corazon’ de Los Prisioneros, y la de Los Jaivas eran muy similares a las versiones originales, sin mucha sorpresa, nunca se escuchó el sello weichafero, al contrario que en el extracto de ‘Gracias a la Vida’, mezclada con un tema propio, lo que al menos le dio un nuevo aire.
El superávit de covers y consigas generó una sensación de estar buscando una apuesta segura para el público. Una lástima, ya que son una banda con repertorio y trayectoria de sobra para utilizar esa hora con contenido propio. No vimos un concierto de Weichafe, sino un homenaje a la música chilena mezclado con un análisis -muy pobre- de todo lo erróneo en nuestra actualidad nacional. Se extrañaron los solos insanos y la veta más metalera que hubiera apelado perfecto a los fanáticos de Metallica que deambulaban por el parque en busca de algo más cercano a sus gustos, a esas horas.
Faltó que se presentaran con más seguridad en su propio repertorio y sin más parafernalia que su música. No fue un concierto horrible, pero es una mala introducción a la banda y de una calidad muchísimo inferior a lo que venían presentando arriba de los escenarios.