Ni siquiera el oscuro y depresivo Pinkerton de 1996 cambia la percepción de Weezer como una banda de rock feliz, crujiente y pegajoso. A pesar de haber sido catalogados alguna vez como un grupo one-hit wonder, en sus ya 16 años de carrera han tenido varias estaciones exitosas, quizás la primera más llena de gloria, pero se han mantenido satisfactoriamente en el tiempo.
El anticipado y poperísimo primer single "(If You’re Wondering If I Want You To) I Want You To" promete un disco despierto, dinámico y alegre. La verdad es que cumple con las expectativas, gracias a estar construido con las canciones precisas en cantidad y en orden. "I’m your daddy", "Trippin’ Down The Freeway", "Put Me Back Together", "I Don’t Want To Let You Go" son algunos de los puntos altos.
Ciertamente, "Love is the Answer" es la pieza extraña del disco con una voz femenina del medio oriente y un sonido muy similar a la vieja "Thubtumping" de Chumbawamba.
Durante sus últimos conciertos, Weezer toca "Kids/Pokerface"; covers de MGMT/Lady Gaga, en una incoherente performance que ronda por lo ridículo. "Can’t Stop Partying" parece ser su tributo a los líderes actuales de los rankings.
Raditude (que sale el 3 de noviembre) es un disco rockero, pegajoso, como nos tiene acostumbrados la banda de Rivers Cuomo. Por cierto, no es una tremenda novedad musical, pero sí estira en el tiempo la lista de hits de la banda. A diferencia de The Red Album, de 2008, Raditude es un disco que mantiene en todo momento la tónica de Weezer: canciones extremadamente pegajosas y punto.
El punto alto -y quizás la razón de ser del grupo- es lanzar canciones que a cualquiera lo pueden dejar pegado tarareándolas, desde "Buddy Holly" a "(If You’re Wondering If I Want You To) I Want You To". Raditude es un aviso de que Weezer lo sigue logrando.