¿Quién chucha dijo que Twenty One Pilots no era una banda que pudiera ser headliner de Lollapalooza? Si alguien tenía alguna duda del poder del show en vivo de esta banda compuesta por solo dos personas, ayer dejaron más que claro que, fuera de si son de tu gusto o no, están en el momento para ser los headliners de al menos una de las noches de este festival.
Si comparamos la cantidad de gente con respecto a, por ejemplo Kendrick -o por ser más justos, alguno de los headliners de otros años- el público era bastante menor. Probablemente la lluvia, que Kamasi Washington ya había invocado en la tarde, tuvo que ver en el pequeño éxodo al Movistar Arena -para ver a Steve Aoki- o con los que buscaron refugio en patios de comida. Para los demás, el Lollapalooza fue suyo por un momento, viendo la presentación que Tyler Joseph y Josh Dun le habían preparado a ellos, sus fans.
Y hablando de los fans, conversemos sobre lo importantes que son para la banda. Igual que otras agrupaciones que basan gran parte de su gracia en la estética y en la personalidad de sus integrantes, Twenty One Pilots ha logrado hacerse de una fanaticada a la que le resuenan sus letras, que hablan de problemas con los que la juventud se puede identificar fácilmente, todo envuelto en una estética antisistema que al mismo tiempo combinan con ser unos mijitos ricos. No por nada Tyler tenía más looks que presentadora del Festival de Viña y Josh se sacaba la polera en las primeras canciones. Pero en materia de espectacularidad, es la parte “antisistema” la que se lleva las miradas.
Un ejemplo: salen a escena, primera canción y juegan a que están quemando un auto mientras ocupan pasamontañas. La gente se vuelve loca, el ‘Skeleton Clique’ -como se le conoce a su fanaticada- salta con todas sus ganas. Después de todo, gran parte de ellos estuvo todo el día guardando el lugar en el escenario VTR, algo que se notó mucho en las primeras filas de Interpol, dominadas por los colores amarillos de los fans del grupo.
Pequeño párrafo aparte merece la conversación sobre los padres acompañando a sus hijos e hijas para ver a la banda. Algo extraño si pensamos en el imaginario de calaveras y fuego que impulsa Twenty One Pilots, pero que de alguna manera -probablemente sus letras y mensajes- logró conectar tanto que hasta los más viejos de la familia pueden apañar a los adolescentes primerizos que querían verlos.
A pesar de todo eso -y pensando que con un contexto así la banda podía salir a cantar en acústico y salir victoriosos- decidieron entregar un show de calidad, que tuvo a Tyler corriendo de instrumento a instrumento -partió con bajo, siguió con ukelele y después piano- y a Josh dándole adrenalina en los momentos en que el show justo comenzaba a decaer. Pero ¿qué pudo hacer Josh desde atrás de una batería para subir la emoción de nuevo? Ni se imaginan. Desde un solo que hizo con una batería instalada en el público -no es broma, búsquenlo en Youtube-, hasta un duelo con una versión digital de sí mismo que apareció en las pantallas.
Twenty One Pilots terminó de demostrar que tienen un show con material de headliner, algo que no era necesario dejar en claro para el resto del mundo, pero que en países como Chile al parecer sí lo es, cosa que esperamos no vuelva a pasar, porque sin quererlo terminaron dejando en silencio a varias bandas de las que se esperaba más y que no fueron ni la sombra de lo que Twenty One Pilots entregó ayer.