Lo de Merrill Garbus es un ejemplo delicioso de aquello del sueño del pibe. De un debut autogestionado bajo el seudónimo de Tune-Yards, editado por ella misma en cassettes reciclados, a integrar las filas del sello 4AD en menos de un año. De grabar “Bird-Brains” (2009) de una forma y con un sonido ridícula y adorablemente caseros -incluso sampleando la tos de su hijo, que también tiene un cameo en esta ocasión, en la brillante ‘Jamaican’- a ser remasterizada en los estudios Abbey Road, meros meses después.
Y a continuación, la pregunta inevitable. Con el apoyo y la difusión (y los recursos) de una casa discográfica a un proyecto que es casi la proverbial definición de lo-fi, ¿qué viene? O, viéndolo desde una perspectiva más escéptica, ¿cómo no traicionarse a sí misma en dichas circunstancias? La fórmula compositiva bien podría haber cambiado, y lo cierto es que el modus operandi fue llevado un buen trecho más allá. Ahora, claro, hay una producción limpia, mejores equipos y micrófonos. En colaboración con el bajista Nate Brenner, las máquinas se mezclaron con instrumentos en vivo a la hora de entrar al estudio. Pero su sello se mantuvo intacto: canciones intrigantes y adorables. Música cálida y difícil de clasificar.
Las letras, en cambio, son todo un tema aparte.
Lo que en “Bird-Brains” era un aire intimista y onírico, acá pegó un radical golpe de timón, y el resultado hace de este álbum algo aún más interesante. En una vitrina imposible de imaginar a comienzos del 2009, el espíritu crítico de Garbus aflora a pleno. Líricamente, “Whokill” es un trabajo cien por ciento feminista, crítico y punzante a momentos. Hablando de humillaciones en ‘Powa’, apuntando sin problemas a la policía en ‘Doorstep’ y a la desigualdad del sueño americano en ‘My Country’, mientras declara “I’m a new kind of woman” (soy una nueva clase de mujer) en ‘Killa’. Hace un par de años, muchos vieron la ópera prima de Tune-Yards como un simpático experimento de una dueña de casa. Oh, sorpresa: la dueña de casa es brillante, tiene un megáfono y sabe de lo que habla. Y el mundo escucha.