Aunque las expectativas muy altas son engañosas y traicioneras, es imposible no tenerlas al ver los créditos del disco debut de Tréboles. Detrás de él, hay tres de los más connotados personajes de la pequeña industria chilena, encargados de dar forma al producto final. Se trata de Marcelo Aldunate, quien fuera director de Rock&Pop en su época de gloria, actual Director Musical del gigante radial Iberoamerican y que -de vez en cuando- oficia como productor (Monik, Camila Moreno, Sónica). Otro nombre conocido es el de Hernán Rojas, ingeniero en sonido cuyo currículum incluye a Viena y Lucybell. Y, para cerrar el trío, la masterización estuvo a cargo del histórico Gonzalo "Chalo" González (Los Bunkers, Los Prisioneros, Tiro de Gracia y un larguísimo etcétera).
Pocos grupos cuentan con semejante nivel de apoyo en su ópera prima. Para evitar cualquier suspicacia, y por si no te suena el nombre de Tréboles, te contamos que no se trata de unos aparecidos. El quinteto existe desde el 2004, funcionando en primera instancia como Trébol, hasta cambiarlo a plural el año pasado. En un comienzo, el estilo del grupo era una mezcolanza de influencias ligadas al rock clásico de Cream, Jimi Hendrix y Grand Funk Railroad. La impronta de la banda amplió su registro cuando aparecieron los teclados y los sintetizadores, pasando del sabor a Woodstock a tener resabios ochenteros y de indie contemporáneo. Ese mosaico es, precisamente, lo que se escucha en este elepé homónimo.
Tréboles nos muestra a un combo de actitud festiva y sin rodeos. La decena de pistas que incluye el disco son, en su mayoría, una invitación al esparcimiento y al baile. Es power pop con guitarras que evidencian un background mucho más pesado y progresivo, pero que -por suerte- no temen ceder decibeles en orden de animar la juerga. Tanto así que en ciertos pasajes, especialmente en el single ‘Like I Do’, casi hacen pensar en la banda como exponentes del muy en boga nu-rave. Pese a que todas estas referencias pueden parecer confusas, no hay que complicarse: estamos ante un registro coherente y bien estructurado.
En tiempos en que la originalidad no existe y lo que importa es ser auténtico, Tréboles se las ingenian para salir airosos de la prueba del primer álbum, sin reparo alguno en tributar a sus mentores. Cortes como ‘Quieres Bailar’, ‘La Única’ y ‘Soy Animal’ hablan de cinco tipos capaces de ser discotequeros, urgentes y emotivos en una misma placa. Sin perder su norte (crear música accesible al público), la banda parte con el pie derecho, a través de un trabajo auspicioso, apoyado por una producción de alto vuelo. Un buen ejemplo de cómo aprovechar los recursos, cuando se tienen a la mano.