Las expectativas eran altas e inevitables. Cómo podía ser de otra forma, ante semejante formación. Uno de los mejores bateristas de las últimas dos décadas, el innovador padre del género stoner, y uno de los bajistas más respetados de la historia de la música. Tres compositores reputados, tres mentes creativas, tres amigos unidos por el deseo de pasarlo bien haciendo rock.
Ocho meses de grabación cuyo resultado verá la luz -oficialmente- la próxima semana. Un trabajo homónimo de trece temas que se puede relacionar con mucho y nada específico a la vez. La primera impresión fue -y seguirá siendo- hacer la asociación inmediata con Queens Of The Stone Age, por obviedad: canta Josh Homme y sus guitarras son sucias motosierras que suenan tal como en los discos de QOTSA. Pero ojo, este disco es muchísimo más que eso. Son capas y capas de ideas, conjuntas en un todo que al final consigue, por derecho propio, ser distinto a cualquier proyecto previo de sus protagonistas.
Es rock, y golpea duro, de eso qué duda cabe. Cada una de sus partes aporta algo a la mezcla. Las ya mencionadas cuerdas de Homme se suman a la percusión extraordinaria de un Dave Grohl que sigue golpeando sus cajas como si le debieran dinero. Y la frescura que otorga John Paul Jones, es todo un capítulo aparte. Él es el culpable de las influencias blues que destilan muchos tracks (‘Warsaw’ o la evidente ‘Scumbag Blues’, por nombrar un par), de los arreglos (‘Reptiles’), de los teclados (la enorme ‘Spinning In Daffodils’ grita su nombre por todas partes), de los coros de fondo. Cada año de circo paga dividendos que valdrá la pena repasar varias veces en los días venideros.
Es directo, pero no fácil. Un tanto atemporal, también. Se disfruta a la primera oída, pero la segunda y la tercera mejorarán la experiencia. Ésta es una mescolanza de genios cuajando muy bien -a ratos, incluso, a la perfección-. Una canción como ‘Gunman’ hubiera sido impensable para cualquiera de ellos por separado, pero aquí se convierte en un punto alto. Uno de tantos, frutos del deseo de sus creadores por hacer lo que les gusta. El mismo deseo que ha mantenido sus dedos perennes al paso del tiempo, al cambio de instrumentos, compañeros y eras. Por eso, Them Crooked Vultures no responde a clasificaciones detallistas. Aquí, no hay más ciencia que el talento.