Y al octavo día se hizo la oscuridad, pero seguía habiendo luz. Bajo esta desconocida (y descabellada) premisa se nos presenta una de las óperas primas más interesantes y adictivas de este 2009. Alejados del drone de Fuck Buttons, del ruidismo ilustrado de Portishead o de los nuevos experimentos lumínicos de Massive Attack nos encontramos a cuatro veinteañeros con trazas de nerds que han logrado revolucionar las Islas Británicas en menos de cuarenta minutos. Su debut, “xx”, es tan inquietante como su portada y su propio nombre.
En la misma onda que Burial o Four Tet, nos demuestran que no es necesaria una lujosa producción amparada en un gran nombre para lograr un resultado final tan pulido como el que han logrado ellos mismos autoproduciéndose. Ésta es una amalgama de sonidos que mezcla los teclados pseudoelectrónicos de los últimos Joy Division con unas pizcas de Tracey Thorn y de la mismísima Nico, y mucho deje de (atención…) Chris Isaak. Desde la peculiar ‘Intro’ nos damos cuenta de que no estamos ante un disco de usar y tirar, como lo son el 75% de estos, y la apertura es un verdadero compendio de lo que vamos a oír a continuación.
Todo en este “xx” rezuma elegancia y buen gusto, así como un placer que va creciendo con cada escucha. ‘VCR’ puede recordarnos a la mismísima ‘Heroes’ de David Bowie, con un brillante juego de voces entre Romy Madley y Oliver Sim que se repite a lo largo de esta placa: “I think we’re superstars, you say you think we are the best thing”. Todo explota con los primeros compases de ‘Crystalised’ hasta sus reiterativos “go slow”, haciendo que tengas que volver a escuchar un par de veces este tema antes de continuar. Y tras semejante perfección tienen la osadía de colocar una canción medianamente optimista, la preciosa ‘Islands’… y la cosa funciona. Es imposible que algo vaya mal.
Todo fluye y llega a otro maravilloso intercambio vocal en ‘Heart Skipped a Beat’, para luego dejarnos caer por una onírica espiral llamada ‘Fantasy’. Volvemos a despertar con Romy en la bella y delicada ‘Shelter’, un ir y venir de pequeñas detonaciones que van in crecendo pero finalmente no terminan de estallar, transmitiendo un perfecto desasosiego. Los beats de ‘Basic Space’ nos confirman el experimento: ése es un álbum oscuro y, a la vez, extremadamente luminoso. Las guitarras de ‘Infinity’ nos remiten al mismísimo Isaak, uno de los mejores creadores de atmósferas de la historia. Y tras esta extrañísima especie de ‘Wicked Game’, dos últimos jueguecitos románticos (‘Night Time’ y ‘Stars’) para redondear un debut de 10.