Texto por Carolina Acosta
12 canciones que dejaron al público local totalmente rendido ante el talento de los riffs de Rodríguez-López, la voz inconfundible de Bixler-Zavala y el ritmo de Linda-Philoméne Tsoungui en batería. Mosh, humos, luces, baile y el disfrute total del momento, sin celulares ni desmayos.
La emoción y la ansia de reencontrarse tras 13 años. Con 20 minutos de retraso y un Movistar Arena que emanaba la sensación de que viviríamos una jornada épica, aparecieron las figuras de Omar Rodríguez-López y Cedric Bixler-Zavala para dar inicio a 2 horas de concierto con ‘Vicarious Atonement’, de su disco Amputechture del 2006.
La canción transitó suave y elegantemente ‘Roulette Dares (The Haunt Of)’, abriendo paso a lo que sería un setlist cargado hacia su disco debut De-Loused in the Comatorium, algo que todos los nostálgicos de la era del 2000 esperamos vivir, y que nos abrió camino para caer rendidos ante el poder de los texanos, quienes por primera vez tuvieron una fecha en solitario para la fanaticada que los esperó durante tanto tiempo.
Los sonidos de la nueva vieja escuela se abrieron entre nubes de porros, que corrían de mano en mano, y nos envolvieron en un trance donde cada persona sentía la música de forma distinta: algunos bailaban como si de Woodstock 69 se tratase, abundaban los que jugaban con sus instrumentos de aire, no faltaron los grupos que cruzaron la cancha para formar uno que otro mosh, e incluso, quienes disfrutamos con los ojos cerrados para dejarnos llevar por la continuidad sonora, los riffs de Rodríguez-López, la voz inconfundible de Bixler-Zavala y el ritmo de Linda-Philoméne Tsoungui en batería. Un público que cantó a todo pulmón cada canción, con un juego de luces sencillamente envolvente y donde no hubo pausas por desmayos, solo personas disfrutando sin celular, emocionadas y libres.
Es así como nos mantuvimos inmersos en un viaje de 12 canciones que tuvieron su peak al llegar el momento de ‘Cicatriz ESP’, con un público completamente rendido por la potencia que la banda demostraba en el escenario, siguiendo con el momento más cálido y cercano cuando aparecieron las primeras notas de la legendaria ‘The Widow’, aquella canción que se convirtió en un himno para los que vivimos de cerca Frances The Mute en el 2005. Ya a estas alturas, con una audiencia completamente devota, los texanos cerraron con broche de oro: la energética obra maestra ‘Inertiatic ESP’, sin dar espacio para un encore que francamente, no era necesario.
La mezcla de sonidos psicodélicos con tonalidades latinas y la presencia de Cedric, que al jugar con su micrófono nos recordó a su época en At The Drive In, demostraron que The Mars Volta siguen intactos, haciéndonos sentir que los años nunca pasaron. La agrupación completa dio clases con la calidad de cada uno de sus integrantes, dejando al público 100% satisfecho, con la boca abierta y con el cerebro a punto de explotar.