Con el debido respeto a las proporciones, Loose es el Load de The Ganjas. Las reacciones que un álbum como éste puede generar son tan variadas como las influencias del cuarteto, cuyas raíces se encuentran dispersas por el orbe, en un viaje donde los principales destinos son Manchester, Jamaica y California. Los que abrazaron las tres primeras placas de la banda están susceptibles a ser decepcionados por esta producción, lejos la más pulida y accesible de las firmadas por los niños símbolo de Algo Records (junto con Guiso, por supuesto). Un disco que se parece al sexto de Metallica en que, si no fuera por la historia previa, quizás atraería únicamente comentarios elogiosos. Pero no ha sido así. Hay quienes han tildado de vendidos a Sam Maquieira y compañía, sólo por abandonar los pasajes atmosféricos y enfocarse en bruñir su estampa rockera.
¿Qué tan cierta es semejante imputación? Veamos. Para este elepé, The Ganjas reclutó oficialmente a Pablo Giadach de Casino como guitarrista estable e ingeniero de sonido. Nada nuevo bajo el sol, considerando que siempre el cuarto integrante de la banda ha sido una suerte de invitado rotativo que ha condimentado cada trabajo. Ningún disco del grupo ha sido idéntico al otro y Loose no podía repetir la fórmula cultivada hace dos años en Daybreak, ni tampoco volver a las raíces de sus comienzos en el 2003. Bajo esta lógica, resulta antojadizo y fuera de lugar acusarlos de haber traicionado sus principios. Canciones tórridas como ‘Trip in the Eye’ o ‘Rusty Destiny’ le prenden fuego a cualquier habladuría, mientras que momentos como ‘Modern Man’ establecen con firmeza que flotar sigue siendo la especialidad de la casa. La cuarta placa de los santiaguinos es la continuación lógica de una faena de larga data y, fuera de los escozores que pueda provocar, es un trabajo en el que se notan -para bien- las horas de vuelo juntos.
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