Tame impala es una agrupación australiana que dará que hablar. Han abierto para The Black Keys, You Am I, y ahora fueron invitados por MGMT como teloneros en sus conciertos por Estados Unidos. Al Igual que para muchas de las bandas reconocidas de la pasada y actual década, MySpace les ha sido fundamental. Fue gracias a esta difusión que en 2008 fueron reclutados por Modular Recordings para lanzar un EP homónimo con 5 tracks, y ahora su LP titulado Innerspeaker.
Tame Impala está compuesto por Kevin Parker (guitarra y voz), Dominic Simper (bajo) y Jay Watson (batería). Son básicamente una banda de neo-sicodelia, autodenominados "hypno-groove". Mucho fuzz, echo, efectos varios, percusiones secas y sonidos sesenteros, parecidos a nada en especial.
Con Innerspeaker me pasó lo mismo que en su momento me sucedió con Merriweather Post Pavillion, de Animal Collective: algo mucho más allá de los oidos. Estaba escuchando canciones que siempre quise escuchar. La primera reminiscencia de ‘It Is Not Meant to Be’, que abre el disco, es Lennon cantando un lado B del Revolver. Pop, fresca, alegre, melódica y estéreo. Ni siquiera imaginaba lo que vendría; algo que no dejaría de sorprenderme hasta el final. El final del final.
‘Desire Be Desire Go’ es un excelente segundo track, punzante y crujente, el único que -aunque remosado- se repite del EP de 2008, erróneamente conocido como Antares Mira Sun. Luego viene ‘Alter Ego’, atmosférica y sintetizada. Parece terminar y volver a empezar una y otra vez. Es ciertamente la canción que le pone fecha de hoy a Innerspeaker, que podría pasar perfectamente como un álbum clásico de los 60. La vibrante ‘Lucidity’ y ‘Make Up Your Mind’ marcan un ritmo constante e hipnótico que, sin volar cabezas, logra llevar a estados de conciencia diferentes, como si estuviéramos escuchando a The Move bajo el agua. Eso, hasta llegar a ‘Solitude Is Bliss’, primer single del disco y quizás lo más comercial de esta producción. Pegajosa y veloz, suena como su mejor carta de presentación, además de tener un excelente video promocional.
Con ‘Jeremy’s Storm’ encontré más respuestas. Tame Impala se asemeja bastante a sus contemporáneos suecos Dungen. La diferencia es que esta banda rockea la sicodelia de una forma que sus pares nórdicos hasta hoy no han podido (o no han querido). Para muestra, un botón: los flangers se apoderan de los parlantes (recomiendo audífonos) y suena ‘Expectations’, al principio muy T2, marcando un rítmo punzante y chicloso, golpe tras golpe, anunciando el mejor coro del disco.
‘Bold Arrow of Time’ es un riff seco y blusero, como sacado de un buen tema de Cream. Suena a interludio, pero termina encendiéndose y me recuerda a T2 nuevamente. ‘Runway Houses City Clouds’ es la más épica de este trabajo. Avanza misteriosa, comandada en sus mejores momentos por el fuzz y percusiones furiosas. En siete minutos se va transformando en pura sicodelia y abre los fuegos del final con ‘I Don’t Really Mind’, una prendidísima y atmosférica canción que parece un rock and roll sonando en medio del espacio. Se dice "nunca termines con algo lento". Se dijo y se hizo.
Innerspeaker ya tiene un lugar seguro en la pole de la carrera por el disco del año, y por qué no decirlo, la mejor portada -para ver ésta y otras, entra aquí-. Ojo con los australianos, que nos entregan cada día mejores bandas. Atención con The Crayon Fields, Belles Will Ring o Midnight Juggernauts.