Por Roberto Oropeza
Antes de 1995, el camino de Soda Stereo ya era muy largo; venía poblado de peinados raros, discos capitales (“Canción Animal”, “Dynamo”), peleas y conciertos multitudinarios. Excesos que finalmente desembocaron en “Sueño Stereo”, el último material discográfico realizado en estudio por el trío argentino.
Grabado y mezclado en Londres, el séptimo álbum del grupo comienza como una gota que cae al océano, expandiéndose en ondas concéntricas cada vez más grandes, para luego dar paso a un siniestro cuarteto de cuerdas que retratan un amor tortuoso en ‘Ella usó mi cabeza como un revólver’, uno de los tantos títulos memorables en el catálogo de la banda. Y es que Cerati había encontrado facilidad a la hora de jugar con la sensualidad de las palabras, quitándose de encima el rol de poeta que tantas veces le quisimos asignar.
El ritmo atmosférico que encierra ‘Disco Eterno’ muestra la madurez que la banda había obtenido a lo largo de años de ruta. “Me salí fuera de contexto”, dice el cantante mientras la batería -pausadamente- se convierte en el punto de equilibrio de la canción. “Alta fidelidad cuando este deseo crece”, y la banda se olvida de su humanidad tangible y se convierte en una suerte de satélite sónico perdido en el espacio.
El retrato de una noche da lugar a ‘Paseando Por Roma’. “Es extraña esta ciudad o yo estoy fuera de escala”, donde el riff de la guitarra te invita a transitar las calles velozmente, dejando luces detrás, perdiéndote en la fauna de la metrópoli. “Nada más para decir, sólo hasta mañana”.
Los conciertos de la gira promocional del “Sueño Stereo” se iniciaban con un sampler lisérgico, lentamente se le adherían el bajo de Zeta Bosio y los platillos de Charly Alberti. Era el inicio de ‘Planta’, uno de los mejores temas del álbum. “No sé qué me pasa, que ya no puedo volver”, los violines ascienden en el cielo, mientras Cerati repite alucinado “al oír, al oír”. El secreto de la canción — y del álbum en sí— radica en la coexistencia atmosférica entre guitarras, cuerdas y loops. Los parlantes suenan desde la vía láctea mientras se escucha ‘Moirè’ y la idea del sueño acaba. Despierta, Gustavo, despierta.