“Sí, estamos ansiosos por tocar. Nunca hemos estado en Chile, así que será una nueva experiencia. Es emocionante ver cómo será todo allá. Será entretenido”, dijo Evan Mast en la entrevista que le realizamos hace poco en este medio, y la verdad es que fue el mejor presagio de lo que pudimos ver en el debut de Ratatat en nuestro país, presentado por Heineken, en una nueva fecha de Club Fauna.
No es suficiente decir que fue una presentación que desbordaba energía, ya que quedaríamos demasiado cortos. Para imaginar lo bueno que estuvo este concierto, creo que basta con mencionar que estoy escribiendo esto desde la más absoluta de las sorderas.
Para contextualizar un poco, los fuegos iban a ser abiertos por Battles, quienes por motivos personales y familiares, tuvieron que cancelar toda su gira sudamericana. ¿Fue esto una pérdida para el resultado total? Por supuesto, no obstante la producción pudo conseguir a un reemplazante que logró generar un muy buen ambiente entre los presentes.
La responsabilidad de abrir la jornada recayó en Carlos Reinoso, exintegrante de Mostro, quien con su proyecto solista, Aye Aye, hizo bailar a una extrañada audiencia que le dedicó 40 minutos de su total atención.
Teniendo en cuenta el estilo musical de este artista, posiblemente no fue la mejor elección para telonear a Ratatat, ya que ambas propuestas son radicalmente opuestas. Sin embargo, y a pesar de que la pregunta que más se repetía en el público era “¿qué es esto?”, el representante de Discos Pegaos logró mover a quienes estábamos en la sala, con un show que incluyó un contacto directo con la gente, además de un simpático conejo de peluche que “cantó” uno de los tracks de su EP debut Sayaa (uno de los momentos más extraños de la noche, ciertamente).
A esta altura, tristemente, no habían más de 50 personas en el auditorio, sin embargo, apenas terminó Reinoso, el espacio se llenó. Ya sabíamos lo que estaba por comenzar.
Tras un video introductorio, Ratatat comenzaba su presentación, y aunque me encontraba pegado a la reja en primera fila, al mirar hacia atrás, pude observar cómo los asistentes -incluyendo a un par de guardias- bailaban todas y cada una de las canciones interpretadas por Mike Stroud y Evan Mast.
La fiesta se desarrolló durante cerca de 80 intensos y ruidosos minutos (he aquí la génesis de mi sordera), en donde los chicos derrocharon energía sobre el escenario. Queda claro, eso sí, que en la banda es Mike quien lleva la batuta a la hora de interpretar las composiciones del grupo, ya que bailó, saltó, bajó a tocar con el público en múltiples oportunidades, e incluso se tiraba al suelo otras tantas. Por otro lado, muy correctamente, su compañero de labores sólo se limitaba a tocar y a decir “thanks” cada vez que terminaba alguna canción.
En cuanto al set, este estuvo plagado de hits, entre los que desfilaron ‘Loud Pipes’, ‘Neckbrace’, y uno de los muchos puntos altos de la jornada, ‘Cream On Chrome’.
A medida que transcurría la lista de temas, recordaba la entrevista con Mast, ya que los tracks de Ratatat no tienen letras, por lo que efectivamente terminan siendo comprensibles por todo el mundo a un mismo nivel. Los chicos, finalmente, hacen música para pasarlo bien -y de paso, también para hacernos bailar-, y eso se notó durante toda su presentación en la Sala Omnium.
El show terminó con uno de los momentos más sinceros y honestos que me ha tocado presenciar, y es que cuando Ratatat bajó finalmente del escenario, Stroud fue hacia donde nos encontrábamos para agradecernos por estar ahí. Con apretón de manos incluido, mi noche terminó con un breve intercambio de palabras con Mike. “Thank you so much”, le dije. “Thanks”, respondió con una sonrisa en su rostro.
Acá puedes ver las postales de la noche, a cargo de Joaquín Cabello.