Al llegar al Cine Hoyts de Puente Alto para ver Rammstein: Paris, lo primero que vi fue a una pareja vestida de riguroso negro saliendo del Metro Las Mercedes igual que yo. Vestían tal cual lo hacían los góticos que vi alguna vez en el Eurocentro a mediados de los 2000, cuando recién entraba a octavo básico. Durante el verano de 2004-2005 había conocido a una agrupación que me sonaba de otro lado. Recién habían sacado un disco nuevo, según los carteles que estaban en la Feria del Disco por esos años. “La perfecta máquina alemana”, decía el aviso, refiriéndose a Rammstein, quienes por aquellos últimos días de 2004, sacaban Reise Reise al mercado.
Ese álbum lo compré con la plata que me habían dado mis abuelos después de ir a verlos a la playa. “Para que se compre lo quiera allá en Santiago”, me dijo mi abuela, sin saber que esos diez mil pesos eran la llave de la puerta que me haría descubrir a la banda que me acompañó durante toda mi adolescencia.
Entré a la sala y las ansias de todos por ver a Till Lindemann entonar algún tema con su voz grave nos estaba comiendo a todos por dentro. Queríamos ver a los alemanes en pantalla. Queríamos escuchar las canciones que alguna vez nos hicieron cabecear -o bailar, en algunos casos- cuando éramos más chicos. Y lo logramos. ‘Sonne‘ abrió los fuegos -literalmente- esa noche, ante una inicialmente tímida audiencia, que sólo se limitaba a moverse lentamente al son del tercer track de Mutter (2001).
El setlist siguió con ‘Wollt ihr das Bett in Flammen sehen?’, tema que fue adelantado por los alemanes durante ese mismo jueves, hasta que llegó el turno de ‘Keine Lust’. Apenas sonó la intro del bajo de Oliver Riedel, recordé cuando escuché por primera vez aquella canción. Ya había comprado el disco y estaba maravillado con las tres canciones iniciales de esa producción, pero cuando sonó ‘Keine Lust‘, con la potencia de esas guitarras, quedé totalmente paralizado. No podía creer que un grupo hiciera metal sin sonar simplemente a tarros abollados (un primo me había mostrado a Venom semanas atrás, y simplemente no logré enganchar), y menos aún que lo hicieran en alemán, un idioma que me era imposible siquiera pronunciar. En el cine, claro, los años habían pasado por mi cuerpo. Ahí ya estaba cantando en alemán.
Creo que lo esencial fue justamente ese punto. En la sala no estaba solamente yo cantando en ese idioma, sino que también quienes estaban a mi alrededor. El ambiente lentamente comenzaba a descongelarse y la gente empezaba a cantar, moverse, agitar los brazos y gritar, tal como si estuviéramos viendo al grupo en el Estadio Bicentenario en 2010, o en Rockout en 2016. Si bien todos entramos algo temerosos al cine, terminamos cantando eufóricos las canciones de los germanos, lo que generó un ambiente bastante especial.
La cinta duró poco más de noventa minutos, en los que inevitablemente recordé otros pasajes de mi adolescencia. Cuando conocí a otra fan de la cual me enamoré, cuando me asaltaron por primera vez y me robaron el Discman con un recopilatorio adentro, o cuando descubrí justo al lado de mi tía que el videoclip de ‘Pussy’ era en realidad una gran película porno.
Jonas Åkerlund se caracteriza por tener un estilo bastante particular para hacer realizaciones audiovisuales. Vimos su mano en ‘Ich Tu Dir Weh‘, en donde agregó algunos efectos especiales bastante artesanales en la cara de Lindemann, cosa que repitió en buena parte de este concierto. Si tenemos en cuenta que el show de Rammstein ya es espectacular de por sí, se hace innecesario tener que ver este tipo de agregados, los que finalmente restan más que aportan. Otro factor fue la edición, algo que podemos ver en el clip de ‘Wollt ihr das Bett in Flammen sehen?’, ya que ese repaso incesante de imágenes ocurre durante todo el film, haciendo que se pierdan algunos detalles importantes del concierto.
Fuera de lo anterior, Rammstein: Paris es la cinta que todo fan del grupo debiera ver, y si bien la función del jueves fue una instancia que volverá a ocurrir el 28 de marzo, igualmente la banda lanzará una edición física de esta presentación el día 19 de mayo, a modo de álbum y DVD en vivo.
En la micro de vuelta, me fui pensando en lo genial que había sido estar presente en un hecho como ese, algo exclusivamente realizado para fans, cosa que me hizo tremendamente feliz. Claramente estaba escuchando a Rammstein en ese momento.