Reeditado en 1997, Prison Songs más que dos discos, es una verdadera pieza antropológica de la historia del siglo XX.
En el año 1947 el etnomusicólogo estadounidense Alan Lomax, realizó una visita a la, en ese entonces, Cárcel de Parchman Farm en Mississippi, con el objetivo de continuar el proyecto iniciado con su padre, John Lomax, de recolectar los sonidos populares de los distintos pueblos por los que viajaban. Para esto, Lomax grabó los cantos típicos que realizaban la población afroamericana mientras realizaban trabajos forzados.
El resultado es una obra conmovedora, atractiva y completamente recomendable. A través de sus dos discos, Prison Songs, consigue trasladarnos hacia aquellos años en donde todo un pueblo tenía que sufrir los abusos, discriminaciones y torturas, de parte de una sociedad blanca, que se consideraba por alguna inexplicable razón, “superior”.
El canto rasgado lleno de angustia y dolor, por sentir impotencia ante la vida que les había tocado, y más aun, por saber que las generaciones venideras tendrían que vivir lo mismo que ellos; el cansancio de un cuerpo maltratado y obligado a trabajar de una forma inhumana, sin derecho a descanso, son algunas realidades que los protagonistas que estos verdaderos testimonios de vida nos entregan.
Emocionante de principio a fin, en Prison Songs, podemos escuchar un buen blues, ese que se hacía simplemente con la voz y las manos, sin la necesidad de recurrir a ningún otro instrumento. Una obra con un valor musical, histórico, y por sobre todo, emotivo que supera cualquier barrera posible.
Una compilación en la que, es imposible no sentir un nudo en la garganta con cada tema que se escucha, canciones interpretadas por gente que sin tener ningún conocimiento formal de música, demuestran que cuando una expresión sale desde lo mas hondo de nuestro ser supera cualquier teoría o apostolado existente.