Hace unos buenos años que el panorama para los chilenos encargados de abrir un festival como Lollapalooza no era el mejor: poquísima gente, escenarios desconocidos y ocultos, y la presión de ser un plato de desayuno. Por suerte, hace un par de ediciones atrás -con el crecimiento de público y el constante aumento de interés por música de nuestras ciudades- la historia no es la misma y Prehistöricos pudo verlo en vivo y en directo.
Un par de problemas mínimos de sonido le dieron el vamos a la edición 2017 que, por suerte, no tuvo la velocidad de las plantas que promete Tomás Preuss y compañía en su último largo. De hecho, la rapidez y chispa de la presentación estuvo sobre lo que se suele ver de una banda que hasta hace poco orientaba el ritmo a la balada calma e íntima.
En este debut-paloozero, Prehistöricos no sólo fue una agrupación con repertorio, energía y espectadores, sino que fue lo mencionado: una agrupación. Después de navegar por intranquilas aguas de quiebres y desequilibrio, los nacionales alcanzaron un punto de cohesión interesante y necesaria porque ya no es Tomás versus el mundo, es Tomás y sus amigos, entre ellos, la fantástica Yaney, ex Patio Solar y El Silencio de los que Hablan Poco, a cargo del bajo.
Había que demostrar que son un dúo en formato banda, y que son una capaz de romper escenarios grandes. Y fue logrado con pequeños detalles: desde un juego de luces arriesgado por la hora, la caracterización de los músicos con la idea de llevar a los asistentes al mundo Prehistöricos sin importar el escenario o la mañana, y lo más importante, arreglos en las viejas y nuevas canciones que las dejaron como obras dignas de ser presentadas en tarimas para encontrarse no sólo con los fanáticos, también con los curiosos que pasean por eventos como este.
“El que no baila es un fome”, dijo Preuss y parecía casi una broma cuando él es el que ha sido llamado un aburrido más de una vez por los siempre críticos locales. Pues la historia fue otra, llegó ‘Que Suba el Momento’ y el vocalista y líder del proyecto demostró crecimiento, llama y ganas, cualidades que antes estaban más ocultas y que ayer salieron a brillar con nueva formación y que elevaron la carrera de los chilenos al nivel dos. En esta pasada, la velocidad de las plantas fue reemplazada por bajos punzantes, guitarras pulidas, aplausos que se escucharon de verdad y gente que se tuvo que quedar pidiendo otra canción. Del teatro al parque es un gran salto y Prehistöricos pudo realizarlo sin problemas.