Por Roberto Oropeza
Cuenta la leyenda que Rómulo y Remo, nacidos del mismo vientre, fueron criados por una loba para después convertirse en fundadores de una nueva ciudad. Y en un giro característico del comportamiento humano, ambos hermanos terminan luchando a muerte, quedando como vencedor Rómulo, único rey.
A principios de los ’90 surgieron dos discos fundamentales para explicar la nueva tendencia musical y artística de ese entonces: el ahora clásico y legendario “Nevermind” de Nirvana y su archi-enemigo por naturaleza, “Ten” de Pearl Jam.
Nacidos de una misma camisa a cuadros y un jean viejo y rasgado, ambos discos tuvieron que luchar hasta la muerte y el cansancio en innumerables reuniones de melómanos, críticos, músicos y drogadictos. Al final de la noche, sólo uno de ellos será oído una vez más en la rocola del bar, quedando como único rey.
A 20 años de su lanzamiento, las canciones de “Ten” conservan intacta la ira de Eddie Vedder, los acordes poderosos de Mike McCready, pero -sobre todo- conserva su instinto de aguante. Es un disco que está impregnado por la supervivencia, representada con creces en la semi-autobiográfica ‘Alive’, que desde ese entonces se ha convertido en el eje del universo Pearl Jam: sangre, corazón y venas.
En la búsqueda por un nuevo vocalista, tras el —afortunado, desde cierto punto de vista— deceso de Andrew Wood, no se puede pensar en otra cosa, sino en que fue el destino el que llevó a reclutar a Vedder. Un fuckin’ surfer de San Diego que, en una tarde inspirada bajo las olas, puso la letra a los demos que contenían la génesis de dos himnos de este álbum (el single ‘Alive’ y su lado B, ‘Once’). El resto de la historia lo sabemos todos.
Seas o no seas fan de Pearl Jam, obligatoriamente tuviste que oírlos. Cantaste hasta las lágrimas la corta venas ‘Black’ o intentaste imitar la voz de Vedder (ésta es para ti, Scott Stapp) en ‘Jeremy’ o presenciaste el amanecer reproduciendo una y otra vez en tu personal stereo los delicados arpegios de ‘Release’ y sentiste nacer al sol.
Este es el álbum ideal para colgarse de las vigas a más de diez metros de altura y sentirse jodidamente vivo, mientras la multitud es un océano que te envuelve con sus manos y gritos.
Éste es “Ten”, el primer disco de Pearl Jam.