Viernes 8 de abril de 1994: el mundo se consterna al enterarse de que el líder de Nirvana, Kurt Cobain, ha sido encontrado muerto en su hogar de Seattle. La cara más visible del rock estadounidense había dejado de existir y la gente se lanzó de cabeza en busca de un reemplazante. Tres días después es lanzado en Inglaterra un single titulado ‘Supersonic’, primer aviso de unos muchachos originarios de Manchester llamados Oasis. Nadie sospecharía que, tiempo después, el cetro terminaría cruzando el Océano Atlántico, volviendo a las Islas Británicas.
Sin ningún disco editado, tan sólo premunidos de dos sencillos y un puñado de lados B, Oasis se presentaron en el Festival de Glastonbury, en junio de ese año. Un set de nueve canciones fue el aliciente necesario para un público en aumento y periodistas que veían en el combo a “la próxima gran cosa” o “lo que el mundo estaba esperando”. Hayan sido estos calificativos desmesurados o no (mal que mal, se trata de la prensa musical inglesa), lo cierto es que la esperada primera obra salió a las estanterías a fines de agosto, su nombre, “Definitely Maybe”, y la burbuja no hizo más que estallar.
La irrupción de Oasis en la escena británica fue sinónimo de frescura en algunos aspectos, cosa que limita con lo irónico pues su repertorio no rebosaba precisamente de ideas nuevas, sino que sus 11 canciones husmeaban sin asco por senderos ya trazados y transitados; un tópico algo abandonado por las bandas de aquel entonces, de modo que la revisión de lo antiguo devino en una novedad. De muestra, está la sicodelia en ‘Columbia’, el blues en ‘Shakermaker’ y los furibundos riffs en ‘Bring It On Down’, que ya mostraban a un vocalista con actitud y arrogancia. Y, por supuesto, también estaban los singles.
La primera canción es ‘Rock ‘n Roll Star’, una total declaración de principios y urgencia de juventud, ávida de probarlo todo cuanto antes. Una de las más reconocidas dentro del catálogo Oasis. El tercer track, ‘Live Forever’, es un clásico obligado de la década de los ’90, y frecuentemente se le apunta como el mayor himno de los mancunianos, una canción de amor de las que Noel Gallagher renegó en un principio al formular declaraciones del corte de “nunca más volveré a escribir una canción de amor como ‘Live Forever'”. ‘Cigarettes & Alcohol’, por su parte, con su reconocido guiño a ‘Get it On’ T. Rex, sólo sirvió para confirmar las ínfulas de grandeza y notoriedad que perseguía el grupo, comandado por Noel y Liam Gallagher, hermanos que no tardarían en mostrar su carácter y transformarse en el comidillo de la prensa por sus constantes peleas e incendiarias declaraciones.
Independiente de los singles, la ópera debut de Oasis encierra una que otra joya que sus seguidores supieron apreciar y convertir en favoritas. Una de ellas es ‘Slide Away’, una inocente declaración de amor maquillada gloriosamente con guitarras eléctricas, donde Liam se luce en su registro. La otra es ‘Married With Children’, el final acústico del elepé, donde el vocalista se muestra más pausado y convencido de cantar las palabras escritar por Noel, que muestra una capacidad innata de interpretar gran parte de lo que ocurre en la juventud inglesa, determinando una cercanía con el público que -por esos días- no se podía o no se lograba entablar con suficiencia, y sentando la base de la apabullante popularidad que el grupo abrazó un par de meses más tarde con su segundo opus. El mayor de los Gallagher, con este puñado de canciones altamente representativas, y su condición de venir de la clase baja, no ser de la capital y decir las cosas con total desparpajo, formó un lazo tal con la gente que no tardó en ser erigido como un héroe. A pesar de que las temáticas futuras se desviaron de lo inicial, la devoción que provocaba Oasis nunca decayó.
Para explicar el inusitado éxito de esta obra puede culparse, por supuesto, al tan mentado hype, que en el caso de Oasis obedecía a ciertas explicaciones: pertenecían a las filas de Creation Records, el sello de Alan McGee, que en aquella época gozaba de buena salud y un catálogo de temer (Primal Scream, The Jesus & Mary Chain, Ride y un interesantísimo etcétera), con bandas que daban que hablar en vivo y en los rankings, por ende el interés hubiera caído sobre los hermanos Gallagher tarde o temprano. Sin embargo, lo que ellos pudieron hacer con esa atención es lo destacable, pues Oasis desde el principio demostró no ser una banda del montón, con un letrista que pudo canalizar toda su inspiración en temas que han podido resistir el paso del tiempo, un vocalista bobalicón que derrochaba actitud y magnetismo, acompañados de una banda soporte cuya tarea conocían de antemano y la ejercieron sin chistar. Oasis dieron su primer paso atestiguando que eran más que unos flaites verborreicos de los suburbios de Manchester, y con nula fama y total pretensión hicieron una obra que hoy se codea con letras doradas dentro de lo más granado que ha parido el Reino Unido en toda su historia.