Tras la desintegración de Mano Negra, la rumba no podía acabar de manera abrupta, sólo se tomó un respiro de cuatro años. Los mismos que José Manuel Tomás Artur Chao tardó en realizar un viaje a lo largo del mundo, eso sí, evitando ser turista, para convertirse en un habitante del mundo.
“Clandestino” es una canción de 45 minutos, en la que -a manera de radio- se pueden escuchar extraños ruidos (léase samplers, collage sonoros, transmisiones) que son un fiel reflejo de lo que ocurría por aquél entonces: la convención de Kyoto, la lucha en Chiapas del subcomandante Marcos y el fútbol hablado en brasileño.
El primer disco en solitario de Manu Chao no tiene grandes solos de guitarra o momentos de virtuosismo, pero, ¿acaso importa? El reggae que se inicia con el pulso de una guitarra, que se va despreocupando cada vez más, y la voz sin patria del ex líder de Mano Negra bastaron para que mochileros y artesanos de la calle fueran los cómplices de la gira promocional de este álbum por Sudamérica.
La banda se acomoda lo mejor que puede en el bar; adquiere conciencia social con ‘Clandestino’ y ‘Desaparecido’. Se venden los discos, pero no las ideas. “je ne t’aime plus, mon amour, je ne t’aime plus tous les jours”, repite Manu al finalizar ‘Bongo bong’, como queriendo enseñar francés. En ‘Luna y Sol’ y ‘Día Luna… Día Pena’, el estribillo que ambas canciones tienen en común (“arriba la luna oh eh ah”) adquiere significaciones distintas: en la primera es el incentivo para encender la fiesta, la esperanza y la búsqueda; en la segunda, Chao repite la misma frase, pero ya no tan convencido de su optimismo. Un aterrizaje forzoso.
Mariachis ebrios nos invitan al danzón. “Tequila, sexo y marihuana”, para todos mientras cruzamos la frontera al norte en ‘Welcome to Tijuana’. El reggae acústico de ‘Minha Galera’, relata todos los amados territorio del músico y su amor incondicional por la cannabis. Un afiche de Bob Marley con los ojos cerrados y tocando su guitarra participa de la última canción, el viento se lleva las últimas notas del disco. Manu Chao está otra vez en su lugar de origen: la carretera