La banda más fina y elegante del sur de Chile le hace honor a semejante cartel con su primer largaduración, de eso no caben dudas. Sé Que Me Voy a Quemar, en cualquiera de sus tres formatos (digital, CD y vinilo), es un compendio de melodías que no puede dejar indiferente a quién lo escuche, para bien o para mal.
Desde que ‘Fuego’ (recientemente incluida en el soundtrack de la película argentina Carancho, estrenada en la pasada edición del Festival de Cannes y que estará en nuestras salas como parte de una nueva versión del SanFic) comienza a mostrar sus acordes, uno se empieza a generar imágenes y expectativas. Pero no pasan muchos minutos para que lleguen las sorpresas inesperadas. Y es que, por ejemplo, ese primer tema es el único que lleva guitarra: todos los demás son llevados a pulso por el bajo de Pierre Burdel y la batería de Vaniv X, dos tremendos músicos.
Una unicidad sonora que al juntarse con la voz, versos e intención de su increíble vocalista, Srta. Pésima, resulta en una mezcla corrosiva y en un puñado de extraordinarias composiciones. Con olor a humo y a blues, con sabor a bohemia y a rock. La inyección a la vena que le da nombre al disco, la líbido soleada de ‘Playa’ (con todas las insinuaciones sexuales posibles), la catarsis de ‘La Desgracia’, la brutal crítica de ‘Mi Pega Me Pega’… La verdad, éste es uno de esos raros discos que aparecen de cuando en cuando, de esos que no tienen puntos bajos. Cada track es un highlight digno de ser mencionado.
Pero nada supera la obra maestra que es ‘El Demonio y el Alcohol’. ¿Se acuerdan de ‘El Impostor’, de los Chancho en Piedra? Esta canción es todo lo que aquella quiso y no pudo (o no se atrevió a) ser: una confesión post-borrachera, con olor a vino y bilis en las comisuras. La recapitulación de una catarsis etílica que termina escupiendo odio entre cada diente y cada palabra. Aún cuando hay líneas que pueden dar risa, esto no es un chiste ni una parodia. Es una genialidad.
Sé Que Me Voy a Quemar es, en una palabra, extraordinario. Un álbum que no compite contra nada que se haya hecho en nuestro país, porque nació en una categoría propia. No va a tener el bombo que se merece, ya sea por su contenido o por su puesta en escena. Pero Pituquitos es un grupo como no hay otro en Chile. Háganse el favor de oírlos, y de verlos, si tienen la oportunidad. Porque, en serio, puta que valen la pena.