Que el movimiento urbano se tomó Lollapalooza 2019 no es misterio, pero que la apuesta fuese mucho más local, sí fue una sorpresa. Y un gustito. Algo así fue lo de Paulo Alondra en el Acer Stage.
Para contextualizar: el músico argentino es el responsable de montón de esos temas que están sonando en programas matinales, discotecas y carretes de casa. Es el músico transandino más escuchado en Spotify y eso es un buen indicio del público que corrió a posicionarse a la reja luego de Jorja Smith. Horas de espera para poder escuchar un poco del veinteañero que pinta como ese amigo talentoso que se pone a hacer freestyle cuando tiene un par de copetes de más en el cuerpo.
Un escenario que, de lleno, le quedó chico. Lleno hasta el tope, con la coincidencia del quiebre del show de Kravitz. Curiosxs y fanáticxs, mezclados y revueltos al ritmo de un trap amigable, donde a veces salen a colación los culos pero nunca abandonan las vibras de la buena onda, de la simpatía, incluso de la ingenuidad.
Como otros referentes de la región, Londra prefiere describirse por sobre el trap para no morirse en algún suspiro del hype de turno. Él disfruta sobre escena, le gusta la fiesta, interactuar, invitar gente al escenario a encestar en un aro de basketball; y acompañado de un maestro de ceremonia, demostró que cerrar un escenario fue mérito más que ganado. Buena onda mezclada con ya clásicos contemporáneos bailables. Un gustito para la producción, para la escena, para quienes querían escuchar ‘American Woman’, y por supuesto, para el Chile milénico que pudo gritar a todo pulmón ‘Adan y Eva’.
*Foto: Francisco Medina