Por Jorge Muñoz
Tercera visita de Mac DeMarco a Chile y en esta ocasión parecía que todos los factores apuntaban a una jornada ideal: un recinto cerrado, con buena acústica y que agotó sus locaciones semanas antes, dos bandas de soporte con gran nivel, un último álbum ya afianzado en el paladar de los seguidores y ese misterioso encanto que provoca la figura del canadiense (de manera casi exacerbada en nuestro país), hacían crecer las expectativas de una noche memorable.
Abrió los fuegos Patio Solar con un repertorio que mezclaba lo más destacado de su debut Temporada, con algunas piezas de su más reciente EP Los Movimientos. El público, que a esa hora ingresaba rápidamente para buscar acercarse al escenario, coreó y bailó con cada una de las canciones, que sonaron tan sólidas como juveniles, y en un espectro lejano a cualquier duda con respecto a la calidad de su sonido en vivo. ‘Casa Nueva’, ‘Al Sur’, y ‘El Vértigo’ con una especial dedicatoria a todos los presentes que estuvieran pololeando, anticipaban una noche cargada de emotividad.
La carrera de Mild High Club, proyecto personal del músico californiano Alexander Brettin, ha ido de menos a más. En tan sólo un par de años logró reivindicar su calidad como compositor, ya que a pesar de la buena recepción que tuvo su debut Timelapse, las críticas apuntaron a que su trabajo no lograba trascender a una imitación técnicamente perfecta de exponentes como T.Rex o Todd Rundgren. Con Skiptracing, su más reciente lanzamiento, Brettin parece encontrar su propia voz y visión, que si bien se mantiene bajo el alero del sonido lo-fi 2012, lo hace a través de la exploración de incontables capas de sonido y un trabajo de producción que lo acerca a la figura de Brian Wilson. Sobre el escenario una propuesta simple, de pocas palabras y una tremenda calidad técnica en base a una combinación de jazz-psicodélico y un juego de iluminación hipnótico, que acabaron creando la perfecta “atmósfera sexy” que adelantó Mac durante su presentación la noche anterior en Blondie.
Con la efervescencia a tope y bailando al ritmo de ‘Tarzan Boy‘, Mac DeMarco saltó al escenario del Teatro La Cúpula mientras la multitud enloquecía. Con la simpatía y humildad que lo caracterizan saludó a sus muy fieles seguidores, presentó a los tres músicos que lo acompañarían durante la velada e hizo hincapié en lo especial de esta presentación, la última hasta marzo del próximo año. ‘Salad Days’ abrió la jornada y apenas diez segundos después el recinto parecía derrumbarse ante la fuerza de los más de mil asistentes que coreaban ese simple “La Lala Lala” a todo pulmón.
La naturalidad que suele envolver el show de DeMarco se manifestó de forma inmediata luego de finalizar la primera canción con una cuerda menos, situación que tuvo que ser solucionada por él mismo, sin la asistencia de roadie alguno o guitarra de respaldo, ocasión que el resto de la banda aprovechó para improvisar una hilarante versión de ‘I Want Candy’ versionada como ‘I am Andy’, una suerte de autohomenaje interpretado por el guitarrista Andrew White. Una vez solucionado el inconveniente hubo una pequeña plegaria por “no más cuerdas rotas” y el concierto continuó con ‘Rock and Roll Night Club’ de su disco debut, desatando la algarabía de aquellos que no pudieron estar presentes para su primera presentación en Chile el 2014.
‘Let Her Go’, ‘The Stars Keep On Calling My Name’ y ‘Cooking Up Something Good’ continuaron el espectáculo que tuvo especial énfasis en las composiciones del álbum 2 y que dio pie inclusive para que durante la interpretación de ‘Ode To Viceroy’ -de las más esperadas por el público- una admiradora apareciera de manera imprevista sobre el escenario. Con una tranquilidad envidiable, la fan se dio el tiempo de encender un cigarrillo y ofrecerle “unas quemadas” a Mac, quien por supuesto aceptó gustoso sin interrupciones por parte del equipo de seguridad que se mostró bastante permisivo con cada una de las muestras de cariño que el público manifestó a lo largo de toda la presentación, arrojándole incontables cigarrillos y hasta un sostén que acabó colgando de la guitarra de Mac.
‘My Kind of Woman’ se transformó, tal como en la presentación en Blondie, en el momento más emotivo de la noche, coreado de principio a fin en incluso llevando a varios de los presentes a derramar unas muy sentidas lágrimas. La ceremonia había alcanzado su momento álgido y antes de despedirse, DeMarco agradeció una vez más por el cariño de la gente en Santiago, haciendo énfasis en que muy rara vez visitan por tercera vez un sitio donde la gente “enloquece de tal forma”, además adelantó que durante el receso hasta marzo comenzará a trabajar en un nuevo disco que de seguro verá la luz el próximo año.
Para la interpretación de ‘Chamber of Reflectión’, los miembros de Mild High Club se hicieron presentes en el escenario apoyando con distintas percusiones y permanecieron ahí, como un gran grupo de amigos para el ya clásico cierre con ‘Still Together’, esta vez con la presencia de Kiera “Kiki” McNally, la novia de Mac a quien está dedicada la canción. Luego de estar ambos recostados sobre el escenario en un cuadro que deconstruye la convencionalidad de los espectáculos de música en vivo y refuerza la idea de afecto mutuo y libre de pretensiones entre el artista y sus seguidores de este lado del mundo, Mac se arrojó sobre los brazos de la multitud que enajenada, en un último esfuerzo luego de la extenuante jornada, aprovechó para transmitirle una última muestra de aprecio en correspondencia a lo entregado en cada ocasión por DeMarco sobre el escenario.