La intimidad aquí no es un eufemismo de festival vacío o poca audiencia. El minimalismo de Nick Hakim fue muy agradecido durante las primeras horas de la segunda jornada de Fauna Primavera.
A veces, sobre todo en verano, puede ser un poco ingrato para los músicos ser de los primeros actos en un festival. Suele ser de día y estar algo vacío, muchas personas esperan a la tarde y otras llegan directamente a los headliners. Pero en algunas ocasiones hay una magia que se da y es eso que llamamos intimidad, resultado de la conexión que se establece entre quienes asisten a disfrutar de la música, tanto abajo como arriba del escenario.
Presentarse en otros países no es algo nuevo para Nick Hakim, en 2017 tuvo su primera gira internacional y este año estuvo viajando por Estados Unidos como telonero de Weyes Blood en su tour In Holy Flux. Sin embargo, hubo algo que se sintió único en su presentación, una familiaridad que tiene que ver con las raíces de Nick y que hizo notar durante todo el show.
Acompañado de una banda conformada por bajo, batería, guitarra y por momentos él al piano, trajo su mundo lofi neosoul a los entusiastas que fueron a verlo y a algunos curiosos que llegaron temprano a escuchar. En español, dijo estar emocionado por esta primera presentación en Chile y comentó que su mamá era chilena, aprovechó de saludar a algunos familiares que se encontraban entre el público e incluso bromeó diciendo que se rajaran con una piscola.
La puesta en escena era minimalista, sólo los músicos y detrás una pantalla negra con su nombre en letras blancas. En el último tema -con él sentado al piano- el fondo cambió a imágenes distorsionadas de la presentación en tiempo real y cuando terminó de tocar se pudieron escuchar voces de personas pidiendo ‘otra más’, que finalmente se resignaron cuando empezó a sonar en el escenario de enfrente la siguiente banda, Bándalos Chinos.
Más allá de que musicalmente estuvo impecable y de la oportunidad de escuchar en vivo su cálida voz ronca, fue bonito verlo tan cómodo y para él debe haber sido emocionante observar desde el escenario como la gente -de un territorio al que está conectado- bailaba y cantaba sus canciones.