Que el Perry Stage es un festival paralelo no es sorpresa. Hace años que colapsa, presenta filas eternas, que no descansa y con suerte respira entre presentación y presentación. El domingo no fue excepción y a lo largo de toda la jornada el grueso más joven de los asistentes corrió de entrada a entrada para lograr conseguir un metro cuadrado en la deseada cancha general, donde la fiesta explota en serio.
Seis y media de la tarde, falta media hora para ver a Nervo. En eventos como Lollapalooza estos minutos son clave, son cinco canciones de una banda, es una ida al baño, es una espera para comprar bebida. A los asistentes del escenario electrónico no les importa. Media hora es lo que te aleja de las visuales y la pirotecnia, así que con anticipación miles de bailarines empezaron a formar filas mientras Griz seguía tocando.
Adentro la historia es la misma pero amplificada a niveles ridículos. Siempre están los amantes de los sonidos EDM que no abandonan el recinto de Movistar, pero con Nervo existen motivaciones más que saltar. Las dos hermanas australianas son un destacado de esta escena, a la que llegan con un background previo de composición que incluso les otorgó un Grammy por haber escrito ‘When Love Takes Over’ de David Ghetta junto a Kelly Rowland. Esa misma canción que en los primeros Lollapalooza sonaba una y otra vez en el mismo escenario, pero en manos de otros exponentes.
“¡Qué pasa cabros!”, grita Miriam Nervo y no hay punto de retorno. Fuego de inmediato, humo de inmediato, vasos derrochando agua de inmediato. Los asistentes son los reyes de la instantaneidad y no van a esperar el hit al final o un clímax en medio de una presentación. No hay tiempo que perder, así que desde el minuto uno aparecen las chicas y chicos sobre los hombros de sus amigos, las go-pro, y los disfrazados con enteritos que se entregan por completo al dúo que una y otra vez repitió lo felices que estaban de regresar a Chile.
Estando en el público se entiende por qué están todos tan contentos con volver, por qué repiten una y otra vez que no hay energía como en este pequeño recinto al final del mundo. El pogo que forman los adolescentes es demencial y Nervo lo avivó constantemente con un paso por su disco Collateral y con las colaboraciones que van desde Steve Aoki hasta Armin van Buuren.
Pero ¿cuál fue la diferencia de este número con todos los que pasan por el Perry Stage, que no sólo comparten onda si no que llegan a mezclar las mismas canciones, y hasta tienen los mismos juegos como lanzar ‘We Will Rock You’ o algún clásico de Bob Marley para quebrar el set? La experiencia y las ganas de no ser un número más.
Miriam y Olivia tratan de darle un plus a cada tema que pasa por sus máquinas, y eso las ha llevado a ser un plato potente del género, pero también lo hacen con su show, con su carisma. Saben que son las reinas de la nave, las encargadas de conducir el frenético viaje, y para hacerlo como corresponde tienen coreografías entre ellas con sus brazos, que son la única parte que se alcanza a ver tras la gran mesa, tienen chistes, y muchas pero muchas ganas de gritarte que si no bailas no vives.
Un poco de lo mismo, pero mejor. Con más experiencia, con más interés de sobresaltar entre tanta energía, algo así como las reinas de la movida de moda, entre los más valientes que disfrutaron de su show como el primer plato fuerte de su fiesta favorita que se despide hasta el 2018.