A lo largo de estos cuatro años, hemos podido conocer paso a paso los entresijos del romance entre Nacho Vegas y Christina Rosenvinge. La generosa publicación de pequeños folletines en forma de canciones, por parte de ambos, ha hecho que no tengamos que recurrir a la prensa rosa (en la que sorprendentemente han aparecido en más de una ocasión).
Mientras que en el EP conjunto “Verano Fatal” nos desvelaron el legado emocional de cada uno, un año después, el cantante asturiano se desquitó con una infernal obra maestra sobre la cotidianeidad y la carga emocional del día a día (una visión que fue rebatida de manera incontestable por la propia Christina con “Tu labio superior”). Pero estábamos equivocados si pensábamos que habíamos escuchado todas las vergüenzas de la pareja con “El Manifiesto Desastre”. Si la concupiscencia produce monstruos, más peligrosos son los del desamor.
Aunque el propio Vegas haya explicado mil y una veces que el título de este disco no se corresponde a ningún aspecto sexual (recordemos la jovial ‘Dry Martini S.A.’), sino a la parte de la pista donde los coches de Fórmula 1 no siguen la trazada y se quedan desperdigados los restos de goma y demás porquerías, la denominación del álbum no resulta del todo inocente. Ese lugar no deja de ser la equivalencia de esa insalubridad fringe donde Nacho Vegas se encuentra cómodo y nos regala (casi literalmente, ya que el disco se encuentra bajo licencia copyleft), la muestra del verdadero desastre en temas como ‘Cuando te canses de mí’ o ‘La gran broma final’. Dos canciones que siguen la senda, tanto cronológica como musical, del anterior trabajo, pero con un cariz más sencillo y calmado del que nos tiene acostumbrados. Una tónica que se repite a lo largo de todo el disco, teniendo como resultado un trabajo 100% Nacho Vegas que posiblemente no le reportará nuevos fans, pero que colmará a los que ya lo éramos (no obstante, ha logrado ser número 3 en España, cosa que no consiguió con “El tiempo de las cerezas” junto a Enrique Bunbury).
Cabe destacar la demoledora pieza a lo Lucas 15 ‘Taberneros’ (“Si dices ‘dame tu corazón’, me lo arranco y te lo doy. Pero yo digo ‘amor, quédate’, y tú me respondes ‘me voy, me voy, me voy…'” o la efectiva utilización de voces infantiles en ‘Perplejidad’ (que está llamada a ser la sucesora de ‘Que te vaya bien, Miss Carrusel’) o en ‘Lo que comen las brujas’ (en la que tanto el uso como la atmósfera creada podría remitir a Dead Man’s Bones, el notable proyecto musical del actor Ryan Gosling). Leche, galletas y a ti, Nacho.