“Domino de fulgores estridentes, erótico y brutal”. Ese podría ser la descripción perfecta sobre este Loveless. La frase en cuestión está entresacada de la polémica novela de culto Crash, de J.G. Ballard, pero casa a la perfección del espectáculo musical que My Bloody Valentine profesa en este su canto de cisne (esperemos que por el momento).
Parece que Ballard hubiese estado escuchando este disco durante la creación de su obra magna. Imposible, el libro es veinte años anterior a la irrupción en la escena musical del grupo, pero no veo una manera más perfecta de ilustrar la pulsión sexual entre automóvil y ser humano de la que nos habla Ballard (sin desmerecer en ningún momento el excelente score que Howard Shore hizo para la adaptación cinematográfica de David Cronenberg). My Bloody Valentine no es una banda que toca instrumentos, sino que logra fundirse con ellos, hacer el amor con ellos. Una música completamente orgánica, convulsa, con la que logran contagiar al oyente y fundirle en un extenuante trance.
Diecisiete años después, Kevin Shields viene a ajustar cuentas con una reedición de Loveless, un disco que llevó a la bancarrota a una discográfica y rompió la realidad musical de los noventa. Un lanzamiento que no reporta nada nuevo (salvo las prometidas remasterizaciones de la mano del propio guitarrista en el segundo disco), nada más que las once canciones de siempre (por si fuera poco). Déjense de mitos caídos como The Jesus and Mary Chain, o de patrañas como Slowdive, déjense sumergir en la terrible ensoñación de My Bloody Valentine. Desde su comienzo con ‘Only Shallow’ (en la que la guitarra distorsionada de Kevin Shields casa a la perfección con la susurrante voz de Bilinda Butcher) hasta la liviana ‘Soon’, Loveless continúa funcionando a la perfección a la entrada del nuevo siglo (cosa que pocos discos de los noventa pueden decir). Composiciones como ‘I Only Said’ o ‘When You Sleep’ son temas por los que cualquier banda pagaría. Todo un imprescindible para todo aquel que no conozca My Bloody Valentine o que tenga rallada su edición de la difunta Creation Records.
My Bloody Valentine, ‘Only Shallow’.