Por Tote Valenzuela
Como equilibristas balanceándose por sus cuerdas entre el ruido y la convicción, Mutrone se lanzan por el difuso acantilado en que se precipita el post-rock para entregar su segundo LP, titulado “Casa Pilar Esquina”. Un disco que, gracias a la elocuencia con que se desenvuelve la banda, consigue un sonido que -como en una afirmación por negación- puede ir hacia todas partes sin llegar a cualquier lado: desde los bajos sincopados de Tortoise al rigor rítmico-flemático de Trans Am, atravesando todo por los acoples cerebrales de Mogwai, para lograr que el ruido sea sonido y se transforme en música.
El grupo nacional se vale de una fórmula que, sin ser novedosa ni innovadora, lo impulsa a sostener el desboque calculado, llevando a su propiedad las influencias que se intuyen sin contradecirse entre ellas, y que lo ubica –a nivel de sonido más que de temperamento- junto a bandas del calibre de Congelador o Mostro.
“Casa Pilar Esquina” abre con una infusión humeante de efectos, titulada ‘Para quien lo necesita’, tema que parece una forma de tomar aliento para que el disco empiece a correr en ‘Cicles Pérez’; una amalgama sólida de dinamita y efectos acompañada por el galope fibroso de la batería y el bajo juntos en la métrica, acoplados con la crudeza de la guitarra corroída y consecuente con el resto de los instrumentos.
Debe resultar un ejercicio democrático tocar en una banda como Mutrone, donde ningún sonido ni motivo irrumpe por sobre otro; donde no existen las melodías en su forma convencional. Bajo esa propuesta se desarrolla “Casa Pilar Esquina”, uniendo la vieja sicodelia que suena en ‘5000 días nublados’ con temas más luminosos -pero no menos energéticos- como ‘Indio Gitano’, en que la agrupación se vale de la constancia de las armonías para construir cuatro minutos de prolijidad y desmesura figurada. En ‘Atalaya’ se paran sobre concretos bloques sonoros y geométricos, concentrados en que la rigurosidad de la ejecución termina por resultar provocadora por la poca dispersión y la falta de complicaciones que les brinda el correctísimo sonido (producido por ellos), que no se deja caer en desmesuras ni dulzura, ni en nada que confunda lo abstracto de su música con lo concreto de lo corriente.
“Casa Pilar Esquina” muestra a Mutrone como un grupo que, tras madurar lo que insinuaba en su anterior disco “Ocilatore” (2008), ya se apropia de sí mismo. Desinhibido y confiado en una música que, sin innovar un sonido, propone una forma propia de encararlo, la banda logra un álbum completamente seguro y coherente con esa especie de mito alternativo que resulta ser el post-rock del que se vale.
Descarga “Casa Pilar Esquina” de Mutrone desde este enlace.