Se los ha relacionado con The Rapture, Blonde Redhead o los Yeah Yeah Yeahs, y todas esas asociaciones tienen algo de cierto. Pero al mismo tiempo, es perfectamente plausible hacer la conexión con bandas como Orgasmical, o con singles noventeros de la talla de ‘I Touch Myself’, de Divinyls. Pueden parecer ideas difusas, pero basta oír una vez el debut de Miss Garrison para que todas ellas cobren sentido y se aúnen sin esfuerzo: este disco está hecho por los hijos bastardos de esa imaginería creada por el Pornostar de Pánico, hace más de una década atrás. Hey, si hasta tienen un track (casi) llamado así.
Líricamente, no hay misterio alguno. "En una ciudad de muñecas y muñecos inflables, en una familia regida por la moral de un sex shop, vive Miss Garrison. Una adolescente de hule anarquista hasta sus últimos orificios". Sexo y plástico, de eso va esta experiencia que dura poco más de media hora y cuyo telón de fondo son los riffs afilados de Matías López y las líneas de bajo de Tomás Rivera, memorables en más de una ocasión. Diez cuerdas que conforman la red en que juegan frenéticas las baterías de su deliciosa vocalista, Francisca Straube, que asimismo las oficia de narradora en las historias protagonizadas por esta muñeca inflable sin la cual sus shows en vivo son impensables.
Tales ideas calzan de forma natural con su música, que el género post punk abraza en pleno. Hermanos armónicos de Tío Lucho, no cabe duda que ése es su nicho, y son buenos explotándolo. Pero cuando realmente exceden es al unir ese espíritu con otras influencias, generándose momentos como ‘Quimical Efecto’, con sus guiños sutiles a los mejores Moloko, esos del Do You Like My Tight Sweater? del ’95. Y es cuando baten un cóctel entre su sonido y el espíritu de Depeche Mode que consiguen dispararse a alturas imposibles: ‘Si huele a plástico’, su último sencillo, es un hit inmediato, que de haber justicia en el mundo adornará pistas de baile nacionales durante años. Lo mismo podría esperarse de ‘El Mal de Garrison’, una andanada energética cuyos gritos de "¡Dame tequila!" no hacen menos que estimular los oídos y calentar el espíritu.
En total, diez tracks más un intro (extraordinaria) y un outro que dan nombre a esta producción (‘Tire’ y ‘Empuje’). Se supone que una ópera prima es la oportunidad de un artista o grupo para darse a conocer, siempre teniendo en cuenta aquello de que la primera impresión nunca se olvida. En este caso, esa imagen imborrable puede quedar impresa tanto en los oídos como en los instintos más oscuros (es cuestión de tiempo para que alguna película chilena use uno de estos tracks en escenas de calibre similar, y mientras menos luz haya, mejor). Tire y Empuje está plagado de actitud y líbido por partes iguales, y no cabe duda que cumple su objetivo de sobra: deja con ganas de más. Tanto, que no sería raro si al oírlo sientes la necesidad de ver a este ménage-à-trois en vivo. Razones hay.