El pasado viernes, los dos extremos del centro cultural Matucana 100 acogieron conciertos que presenciaron unos cuantos descolgados del espíritu navideño y que se pueden leer como un signo: en un lado, Holydrug Couple presentando su nuevo disco, Soundtrack for Pantanal; en el otro, literalmente, el sello Piloto celebrando sus dos años de vida con una docena de bandas en escena.
Lo del dúo de Ives Sepúlveda y Manuel Parra tenía un cariz curioso. Han publicado al menos una decena de grabaciones en los últimos cinco años, pero nunca habían hecho un lanzamiento oficial. Recién el pasado viernes concretaron ese pequeño hito, aunque en realidad transitaron por pasajes de toda su discografía, desde el debut Ancient land (2011) e incluyendo hasta su versión para el ‘Je t’aime moi non plus’ de Serge Gainsbourg. El acento, de todos modos, estuvo en su última etapa, que además del nuevo disco incluye los estupendos Noctuary (2013) y Moonlust (2015). Para eso, ampliaron su alineación hasta un cuarteto que completaron Diego Perinetti y Jorge Said -ambos miembros de Pupila Spectra- y así sumaron sintetizadores, guitarras, bajo y teclados.
El resultado de todo aquello fue un concierto de casi dos horas que mezcló turbulencias y momentos de alto vuelo. Holydrug Couple es una banda que en vivo puede alcanzar las alturas de sus registros en estudio, pero no logra sostenerlas. Sobre el final, por ejemplo, encadenaron una secuencia de tres canciones (‘Ancient land’, ‘Concorde’, ‘Baby, I’m going away’) que invitaba por igual a la hipnosis y a la melancolía, dos polos constantes entre los que se mueve su música. A eso ayudaba también el sugerente juego de iluminaciones que dispusieron sobre el escenario, que recortaba sus siluetas en la sombra y proyectaba haces de luz hacia las alturas. Y hubo momentos intensos como ese durante buena parte del concierto (‘Follow your way’, ‘My sky is black’, ‘If I could find you’), pero la cualidad cinética que tienen esas canciones queda averiada por los baches de la performance en vivo. A veces éstos son pequeños, pero determinantes: la repetición de largas y silenciosas pausas para afinar y cambiar de instrumentos, por ejemplo, daña una atmósfera que sería mucho más cautivadora si tuviera mayor continuidad.
Mientras Holydrug Couple tocaba en el teatro principal, en la Sala Bunster de Matucana 100 estaban Emisario Greda, Los Valentina y Silabario protagonizando la segunda jornada del aniversario de Piloto. El día anterior, ante un público un poco más numeroso, el mismo escenario había acogido a El Cómodo Silencio de los que Hablan Poco, Las Olas, Patio Solar, Monoazul, Siempre Llueve al Atardecer y Armisticio.
La parte final del viernes estuvo reservada para las guitarras de Animales Extintos, que adelantaron el inminente EP que editarán a través de Piloto; Niños del Cerro, que mostraron nuevas canciones y montaron el festejo habitual de sus conciertos; y Maifersoni, que a pesar de ser un invitado de otro sello marcó un pequeño hito cuando llamó a Simón Campusano (Niños del Cerro) a tocar esa canción magnética que se llama ‘Picorocos de Guanaqueros’. Fue un instante para atesorar: la canción parte como una secuencia de notas repetitivas lanzadas desde el sampler, avanza con un ritmo trepidante en la batería y termina envuelta en guitarrazos, acoples, efectos ruidosos y un torbellino intensificado en vivo.
Es cierto que estilo, generación, clase, modos de producción y circulación, entre otros, son criterios bajo los cuales nombres como Piloto y Holydrug Couple -y su sello BYM Records- son divergentes y hasta antagónicos. Lo del viernes en Matucana, sin embargo, fue una imprevista asociación y un signo de los tiempos. A pesar de sus evidentes diferencias, al menos son dos muestras de las múltiples músicas que cohabitan hoy en Santiago y que encuentran su vitalidad en directo. Quien quiera experimentarlas más allá de los circuitos digitales debe salir a buscarlas, porque no están ni en la radio ni en la tele ni en los diarios. Estos discos, estos conciertos o, finalmente, estas canciones, están en las calles.