En este tiempo y momento de la música, en que tanto a nivel global como local se estila revisitar y actualizar antiguas melodías, en que decenas -si es que no cientos- de bandas buscan inspiración en las décadas previas, había una deuda pendiente. Una cuenta por saldar en nuestro país. Una clave sonora muy nuestra que había caído en el olvido, salvo contadas excepciones: Los Tres, Los Tetas y un par más. Los únicos que habían honrado como corresponde a maestros como Los Ángeles Negros o Los Blue Splendor. Hasta ahora, claro.
De hecho, no es coincidencia que la otra gran influencia que se intuye en Los Armandos sea aquella de los autores de La Sangre En El Cuerpo. Un trabajo cuyo sonido vintage es deliberada y conscientemente invocado y homenajeado por este cuarteto, en su debut homónimo. El arte incluso, con diseños de una radio antigua en portada y simulando un vinilo en el CD, todo apunta a lo mismo. No hay un tecladista oficial en su formación, pero Martín Benavides hace un trabajo notable evocando ese mismo espíritu, montando telones de fondo y acentuando con sutil precisión las palabras cargadas de intención, cortesía de Cristóbal Pacheco en la voz (‘Eso Que Me Das’ sirve como ejemplo perfecto). Sentimiento, que le dicen.
Nicolás Kliwadenko y los hermanos Rammsy (Diego y Gabriel) completan este cuarteto que, a lo largo de diez canciones, busca picarla finita sin descaro alguno. Tal cual. Una delicia para quienes aprecian un género que podría creerse ya perdido. Suicidio premeditado, podrán pensar los amantes de la vanguardia (forma sutil de no decir indie, hype o algún otro sinónimo). Quizás. Pero el placer de haber sacado un disco así, y en un momento en que ese sonido es único, no se los va a quitar nadie.