Abrir uno de los escenarios centrales de Lollapalooza puede ser difícil. El lugar en el cartel no es ni siquiera secundario, el público recién está entrando y el calor aconseja refugiarse bajo la sombra antes que permanecer en la elipse del Parque O’HIggins. Afortunadamente para Liricistas, lo de este domingo fue distinto: Benja, Piter y DJ Sta salieron a escena ante un marco de público considerable y, luego de cuarenta minutos de show, lo habían multiplicado.
Lo hicieron principalmente con las canciones de su trabajo más reciente, Bon Voyage. De hecho, arrancaron con la que abre ese disco, ‘Amanecer’, y a los pocos minutos se habían adueñado del lugar: la gente los acompañaba con las manos en alto, mientras Fisek dibujaba el nombre del grupo en el grafiti que cubría la tarima de DJ Sta. Así continuaron, con canciones como ‘One love’, ‘Ahora es cuando’, ‘Entradas y salidas’ y ‘Aguante’. Los bajos retumbaban hasta percibirse en todo el cuerpo y, en los mejores momentos, la mezcla añadía también secciones de viento disparadas desde las máquinas, como en ‘Aterrizaje forzoso’.
Promediando el concierto, el formato acusó carencias. Había cuantiosas proyecciones y, además, Benja y Piter se movían de acá para allá durante toda la presentación, pero el escenario era suficientemente grande como verse algo deshabitado. Lo remediaron sumando nuevos elementos: invitaron a Donexpress, que los acompañó en ‘Sin dejar de soñar’ y ‘Cuando me faltas tú’; y luego, a tres bailarinas de breakdance que se apoderaron del escenario.
Para el final, Liricistas reservó muestras de épocas distintas. Primero tocaron ‘Rap para cenar’, quizás la mejor de Bon voyage, con ese ritmo serpenteante, diferente a la mayoría de sus bases, más convencionales. A continuación, rescataron ‘Estilo libre’, acompañada por fragmentos de un video clip donde los Liricistas aparecen distintos, con más pelo y menos años. Aun así, el asunto sigue siendo más o menos igual: es solo rap.