The person you’re calling is on another line
Just leave your message after the tone
And when you’re done, press hash, or just hang up.
A veces esperamos años por establecer conexión y poder comunicarnos con alguien. Desde el debut en 2011 con un epé homónimo, muchos anhelaban la posibilidad de presenciar en vivo lo que significa la experiencia King Krule, la banda liderada por el multi instrumentista inglés, Archy Marshall. Ayer, en el Teatro Coliseo, la línea conectó y pudimos tener una llamada de aquellas.
Usando una de sus características arpilleras Dadalú salió al escenario para dar inicio a la noche, con un cameo de OsO eL roTo y con todo lo necesario para interpretar sus canciones en el espacio que ocupa una mesa. Presentó temas de Cerros —su último lanzamiento— y realizó pequeño recorrido por su carrera musical, interpretando cada tema con esa teatralidad lúdica que acompaña con líricas poderosas e incisivas, que hablan de sus experiencias y de enfrentar la realidad del mundo en que vivimos.
Con ‘Perfecto Miserable’, del celebrado disco del 2020 Man Alive!, la agrupación comenzó el concierto que se va a quedar en la memoria y corazón de muchos y muchas. Aún cuando el lugar es conocido por ser una sala compleja en sonido, y con unos primeros minutos de aclimatación a lo que significa el espacio, King Krule logró lo que parece imposible: sonar bien con todo lo que conlleva esa afirmación, sobre todo cuando se trata de un montaje complejo de varios instrumentos sobre escena.
Un dial que se repite, un asistente que grita contesta, y la caída en cuenta de por fin estar viendo al músico de voz grave. ‘Alone, Omen 3’, también de la placa pandémica, lleva al en vivo ese teléfono incansable que aguarda por ser levantado. Cohesión en la tarima, emoción en la audiencia; esta es la conversación que necesitábamos tener.
Luego de la primera pincelada inicial del disco, que probablemente lo hubiese tenido antes en Chile si no fuera por el covid, los artistas desplegaron un setlist enfocado en el más reciente Space Heavy, pero con uno que otro regalito por ser la primera vez.
‘Dum Surfer’ y ‘A Lizard State’ –con su tradicional llamada entrante que sí es contestada– fueron bálsamo para quienes aguardaban desde hace más de diez años por este contacto. Y tal como en el repertorio hay espacio para tracks de gran parte de su discografía, también lo hay en el espíritu y alma de King Krule. Marshall es un misterio, entre sus varios apodos y proyectos, el músico ha desarrollado trabajos desde el dream gaze, el jazz, el trip hop, el punk rock y el indie, y eso repercute en la puesta en escena.
A ratos caótico, canciones sin estructura clara, difíciles de corear. A otros es solemne, silencio casi absoluto –gracias por nada, parlanchines de cancha–, ambientes tan redondos que cuesta quebrarlos aunque sea para aplaudir a modo de agradecimiento. Baile jazz, cabeceo punk, esa voz difícil de entender pero más difícil de no disfrutar.
A mitad de camino esta conversación ya era un tesoro. Canciones como ‘Seagirl’, ‘Candet Limbo’ o ‘Tortoise of Independence’, fueron grandes momentos de un concierto que podría haber durado dos horas más y hubiese estado lejos de aburrir. Eso pasa cuando conectas con alguien, ¿no? Historias ajenas que hacen sentido, divierten y conmueven; perspectivas de vida, de arte, interpretación y cotidianeidades que enriquecen cuando se comparten.
Los primeros acordes de ‘Easy Easy’ como climax número 1. Acudimos al llamado King Krule contra todo pronóstico. Entendiendo la mitad de sus intervenciones –en parte por la acústica y en gran parte por el acento– y nos entregamos a esta comunicación que desde fuera puede parecer unilateral pero que es todo lo contrario.
Man just leave us alone
I’ll be one minute on the phone
Cuando pudimos ver a King Krule en el Primavera Sound Barcelona la propuesta era otra, casi una especie de repaso de éxitos donde Archy se alzaba como la voz de una generación desganada, drogadicta y arrepentida.
Lo que pasó ayer en Coliseo tenía otra etiqueta. Fue en medio de una gira promocional, con una mezcla de público adulto que salda una deuda, fusionado con una juventud bien parada que asiste al encuentro de canciones que se conocen hace un par de años. Acá la comunicación no fue gritando cada letra de las canciones, todo lo contrario. Es el aplauso, es el silencio, es el intento de mosh, es la pedida de beso, es ese grito de mal gusto apelando al atractivo del vocalista, es el mosh que resulta, es jugar, es maullar, es entregarse a la simbiosis de la intimidad de un concierto.
A veces, y sobre todo cuando esperamos por muchos años un llamado, queremos escuchar más que hablar. La música de King Krule es perfecta para eso: permite el deleite de la no-estructura como también el placer de enganchar un coro y poder gritarlo. No sólo se trata de Archy, es toda la disposición de la banda lo que hace que este contacto sea tan especial. Con mención honrosa a Ignacio Salvadores en el saxo, un argentino que a ratos es protagonista y a otros es un simple entusiasta saltando de un lado a otro.
Suele pasar con bandas buenas que vienen poco o nunca: quedar con gusto a poco. ‘Baby Blue’, ‘Rock Bottom’, ‘Half Man Half Shark’, ‘If Only It Was Warmth’ y ‘Out Getting Ribs’ como climax 2 y final para cortar la llamada Krule.
Corazón lleno, oídos no reventados, maullidos entre público y banda a modo de un ‘corta tú, no tú’, y el deseo de repetirlo pronto para hacer algunas preguntas que quedaron en el aire: ¿por qué la bandera de Magallanes? y ¿realmente tu abuela es chilena? Suponemos que habrá que esperar otra conversación para resolverlas.
Fotos por Maira Troncoso