Eran las 3:20 de la tarde, y desde el escenario Banco de Chile comienza a aparecer un ruido ensordecedor. La gente que pasaba por enfrente se tapaba las orejas o miraba con enojo al escenario ¿A qué mierda invitaron los organizadores del Lollapalooza que suena tan mal? Mira niñito, si supieras.
Arriba del escenario estaba Kamasi Washington y su banda, un combo de poder y ritmo que contaba con teclados, trombón, doble batería, voz -de la que hablaremos más tarde- y contrabajo. Este último instrumento era el culpable del ruido antes mencionado, Miles Mosley, el contrabajista de la banda, dejó la vida con un solo que comenzó normal y luego se fue desfigurando gracias a un pedal de wah wah y un arco para lograr sonidos más agresivos de lo normal. Una combinación que, personalmente, nunca había visto en vivo.
Y este ejemplo del solo se puede traspasar a todo el resto del show de Kamasi. Un montón de jazz que no lograba llamar la atención de la gente que estaba saliendo de ver a Gianluca en el escenario Lotus. Quizás el público no acompañaba a Kamasi y su banda como a otros artistas que tocaban en escenarios principales, pero con los que sí consiguió conectar quedaron maravillados. De hecho, gran parte del público estaba atrás, en el pasto, entre nubes de marihuana y la lluvia -que mágicamente, el músico comenzó a invocar desde el comienzo de su set-, viendo tranquilos las imponente ejecución de saxofón de Kamasi.
Ahora, lo mejor del artista no solo fue su talento, si no que su humildad con la gente y su banda. Si hasta se dio el tiempo de presentar la canción ‘The Psalmnist’ como una composición ajena, de su compañero de banda Ryan Porter, su amigo trombonista. Sus mensajes sobre que no importan nuestras diferencias y que deberíamos amarnos más. También incluyó un solo de teclado moog, de la mano del tecladista Brandon Coleman, y que fue tan genial que probablemente despertó a Stevie Wonder donde sea que estuviera. Todo esto en menos de una hora que Kamasi dividió en 5 canciones.
El final llegó con ‘Fist of Fury’, un tema que tomó tintes épicos en vivo, en especial gracias a la genial interpretación de Patrice Quinn, tanto en su voz como en sus bailes. “Our time as victims is over. We will no longer ask for justice. Instead we will take our retribution” se convirtió en un mantra gigante y una toma de poder para los que entendían el mensaje, un mensaje que Kamasi y su banda dieron sin anestesia y que quizás eso alejó a algunos, pero los que entraron se fueron con la perfecta imagen de un artista con una propuesta original, que está en la cima de su creatividad y de su carrera.