Hace muchos años existía un dulce sueño llamado “rock independiente norteamericano”. En él habitaban maravillas con vida propia, llenas de ímpetu, emoción y creatividad. Ideas adolescentes por excelencia, explosivas y desesperadas, condensadas en bandas. Inteligentes, arriesgadas, únicas, influyentes. R.E.M., Sonic Youth, Black Flag, Pixies, Dinosaur Jr. y Violent Femmes son algunos exponentes de esa fuerza que catapultó a Nirvana al estrellato a comienzos de los ’90.
Otra de esas bandas rebosantes de energía era Blake Babies, un trío lo-fi de pop rock bautizado por el mismísimo poeta Allen Ginsberg. Su vocalista/bajista era una chica gritona de voz inocente llamada Juliana Hatfield. Ella tenía un amigo de nombre Evan Dando con un proyecto conocido como The Lemonheads (donde el único integrante constante era él) y, cuando los B.B. se desbandaron, Hatfield lo acompañó tocando bajo en el disco “It’s a Shame About Ray” (1992). Luego decidió lanzar su carrera solista y grabar su primer registro: “Hey Babe” (también del ’92).
Veintiseis años después, “Wild Animals” da una vuelta completa al círculo de su trayectoria y vuelve al sonido lo-fi que caracterizaba el primer elepé de su banda de origen (“Nicely, Nicely”, de 1987). Y es que, a pesar de que los trabajos de esta compositora desde el ’95 siempre han guardado un rincón para las grabaciones caseras y el arrebato, esta vez todo el álbum está construido sobre esos cimientos.
Lejos de toda distorsión, las guitarrás acústicas y una melódica nos sumergen en este mundo salvaje con ‘Sleep’. Y no cuesta mucho entender de qué va: de las cosas como son, sin adornos, sin pulir, sin dobles intenciones ni súper producciones. Un minimalismo sin más extravagancia que el arrebato. Sólo tres canciones cuentan con batería y, cuando la tienes, es un instrumento pequeño, de juguete, que parece intencionalmente destinado a perderse en la mezcla. Acá es la voz (o, mejor dicho, todas las voces) de Juliana Hatfield y sus cuerdas quienes toman el control. Y en uno de los mejores momentos, ‘Parking Lots’, junto con un pequeño piano aparece un bajo. Ese mismo bajo que se sacudía en Blake Babies.
En poco más de media hora, “Wild Animals” deja un sabor que recuerda al homónimo de Elliot Smith. Y es que ambos comparten ese gusto por la grabación íntima, el hiss, la melodía desesperada, el double tracking de versos susurrantes y la capacidad de amalgamar instrospección, rabia e inocencia en dos minutos y medio. Los mejores ejemplos de esto son la ansiosa ‘Dog on a Chain’, la tímida ‘Hurt Me’, la nerviosa ‘Or So They Say’ y la maravillosa ‘Tracks’. El disco cierra con la serena y confidente ‘Never Beg’: “I told you where I needed to go / I told you where I needed to be / My life has just begun / I will have everything I want / But you wouldn’t take me / Take me seriously / I found the secret to love / I found the secret to life / I found the secret to happiness: / It’s in my hands”.
En esta era gobernada por la sobreexposición, sobreproducción y sobrevaloración (las mismas fuerzas que destruyeron el rock alternativo e independiente en los ’90), Juliana Hatfield se siente más cómoda que nunca jugando sola. Grabando donde quiere y cuando quiere, sin ayuda de nadie. Habiendo escapado del juego de las multinacionales hace ya diez años, creó su propio sello (Ye Olde Records) y ha financiado sus últimos tres discos a través de la plataforma Pledgemusic. No se dejen llevar por las apariencias y atiendan al sabio mantra que cierra esta placa: “You have to learn how to say no”.
1. Sleep
2. June 6th
3. Spit in the Wind
4. Parking Lots
5. Dog on a Chain
6. Hurt Me
7. Tracks
8. Push Pin
9. Or So They Say
10. Love Is Like the Wind
11. Never Beg