Otro de los nombres que fue vilipendiado en redes sociales fue el de Juanes. ¿Qué hacía este latino entre tantos artistas únicos y especiales? Bueno, lo que hizo fue demostrar un show a la medida, cargado de éxitos radiales, aunque ya no esté en el centro de atención, como lo fue hace más de diez años atrás, el colombiano echó a andar la maquinaria de la nostalgia de manera correcta y sin caer en la cursilería.
Juan Esteban Aristizábal no escatimó en intensidad e inició el show con su mayor éxito, ‘A Dios Le Pido’, generando de inmediato el karaoke masivo en el VTR Stage. ‘Mala Gente’, las enormes ‘Nada Valgo Sin Tu Amor’ y ‘Fotografías’ armaban las conexiones cerebrales hacia aquellos tiempos cuando la radio era la principal fuente rankings musicales y el internet era un bien de consumo para los más pudientes.
El grueso de los años de gloria de Juanes los vivió entre el 2000 y el 2007, por lo que el setlist elegido para la ocasión bebe precisamente de aquellos años, ‘Es Por Ti’ del 2002 y ‘Volverte a Ver’ del 2004 le daban la pizca dulzona y romántica que ha caracterizado el cancionero del músico.
El momento Lollapaloozero se dio casi de improviso, gracias al discurso previo a la presentación de Juanes por parte de la fundación R21 de Charly Alberti, el colombiano aprovechó la presencia del baterista a quien invitó para interpretar ‘Cuando Pase El Temblor’, en una de las más bonitas postales de la jornada.
La segunda media hora de show bajó un poco en la intensidad de hits, dando espacio a canciones que no están en el inconsciente colectivo del público promedio del festival, pero que fueron coreadas por los fanáticos. El ejercicio de la memoria volvió con ‘La Paga’ y ‘La Camisa Negra’, para seguir con un falso final en ‘Me Enamora’, mientras el éxodo del VTR al Banco de Chile Stage comenzaba, Juanes regresaba a escena para despedirse definitivamente junto a ‘La Luz’.
Juanes conectó un show certero y muy nostálgico, de esos que la mayoría llama “placer culpable” pero que de culpa no tiene nada, sino que todo lo contrario. Una presentación sencilla y que no tuvo que recurrir a grandes recursos visuales ni de artificio, cuando el poder de la música y la añoranza hablan por sí solas.
*Fotos: Nicole Ibarra