“Increíble hueón, uno de los mejores del día ¿o no?”, le pregunta un joven que no supera los 17 años a un amiguito con el que comparte onda y parada. El comentario viene de una persona que tiene diez años menos que quien escribe, y por muchos intentos realizados por ponerme a tono sin prejuicios ni barreras, fue más que yo. Vamos desde el comienzo.
G-Eazy es un ¿rapero? al que vamos a dejar como productor y compositor. El 2014 explotó con These Things Happen y ha seguido construyendo una carrera que lo tiene como platino en nuestro país gracias a su canción ‘Me, Myself & I’. Con esos antecedentes el Acer Stage esperaba el debut de un artista que llegó a abrir para Lil Wayne y Snoop Dogg. Puntal, extremadamente guapo y con máquinas de humo entra el músico y la euforia se desata. Hay explosivos, hay visuales violentas y milénicas como cifras de la bolsa en formato matrix, banderas invertidas con pupilas dilatadas, y frases como ‘Fuck Donald Trump’.
Gerald Gillum es divertido y confuso de ver, al menos para alguien sobre veinticinco que empieza a sentir que si salta más de treinta minutos habrán consecuencias. El problema es que lo divertido y apuesto -mencionado porque es el rol que le gusta jugar, sabiéndose sexy, sabiéndose capaz de ilusionar a las primeras filas con invitaciones a pasar la noche juntos, sabiéndose famoso, muy a lo Romeo Santos- no es suficiente para un escenario grande a una hora importante.
Hemos visto experiencias pasadas en el que el sacar al nicho más adolescente al parque funciona para el prejuicio, para tratar de entender, y para sumergirse en el éxtasis de ser joven mechón con Snapchat que baila al ritmo de Jack Ü, pero en esta ocasión G-Eazy quedó al debe, y en lugar de ser novedad, fue una copia demasiado novata de artistas que ya hemos visto pasar. A ratos una especie de Eminem, a otras un mini Diplo. Canciones repetitivas e interrumpidas y un discurso demasiado gringo para nosotros, desde el ataque a los políticos hasta la manera de vender la música. Y no está mal ser “demasiado gringo” si estamos hablando de Lollapalooza, pero hay números que a algunos nos nos entran por identidad, o por falta de ella, como pasa en el grandísimo país del norte.
‘Lady Killer’ junto a Hoodie Allen, ‘Tumblr Girls’ con compañía de Christopher Andersson, ‘Lotta That’ con A$ASAP Ferg, ‘Order More’ con Lil Wayne, ‘Me, Myself & I’ junto a Bebe Rexha, son sólo algunos de sus sencillos. Si hablamos de colaboraciones la historia sigue igual: Britney Spears, Quincy, Pia Mia, entre otros. Escuchando el repertorio que tuvo G-Eazy para mostrar en nuestro país, quedó claro que alguien tiene que hacer las colaboraciones, y sacar eso a un escenario en horario prime no siempre va a resultar, aún cuando tu olfato de productor y compositor esté afinado. Convertirse en Pitbull es más difícil de lo que parece.