Así como Oddó, Felipe Palma existe para recordarnos que la continuidad del rock chileno es un hecho y que el recambio es inminente, aunque él mismo no sea un principiante con todas las de la ley. Previa a esta encarnación solista, bautizada como Felipalma, el músico era parte del grupo Septiembre, banda que pronto lanzará su primer disco. Pero antes, acá está “Menzel”, el EP debut de este cantante y guitarrista, amante de Valparaíso y del restaurant porteño en cuyo honor bautizó este registro, grabado bajo el estándar que implica trabajar en Estudio Primate y con un ex Jirafa Ardiendo (el bajista Nicolás Moreno) como productor.
El video del sencillo homónimo de este mini álbum, aunque es muy precario en su factura, nos introduce en el hábitat que inspiró las canciones que Palma hizo mientras vivía en la Quinta Región y que son los cinco temas que componen esta ópera prima. En el clip podemos ver al músico y su banda presentándose en vivo en el Menzel y recorriendo las calles de la ciudad, mientras escarba recuerdos ambientados en esos lugares, en uno de los buenos singles criollos de este año. El gusto por las experiencias también apoya la música de Felipalma, quien prefiere el esquema rock-pop clásico para estructurar sus temas, resueltos con claridad y sin arriesgar más de lo necesario.
Mientras Gepe, Javiera Mena y Dënver fertilizan el terreno del pop frontal y lo fumigan de sus demonios, un EP como “Menzel” representa lo contrario a fundar un nuevo territorio y más bien depura lo ya conocido. El valor de Felipe Palma consiste en atreverse a cruzar un puente colgante de madera podrida y llegar hasta el otro lado sano y salvo, apenas tropezando en detalles como guiñarle mucho el ojo al estilo de Cerati al frasear en ‘Bajo el agua’ o que el instrumental de ‘Mercado del mar’ pueda sonar a los Lucybell de fines de los ‘90. Todo perdonable en el contexto de un debut que llama a la calma sobre la renovación de las vitrinas del rock nacional. Cambian los payasos, pero el circo sigue.