Hace diez años Fuera de Campo ya era un disco bastante nostálgico que lograba transmitir con frescura ese sentimiento adolescente de pérdida, la melancolía por un pasado que no se ha vivido. Época en donde el indie chileno vivía un momento de expansión, la calidad y la cantidad de bandas era cada vez mayor, el género había logrado de cierta forma romper la barrera entre el under y el mainstream, con canciones que se volvían hits radiales y con buen número de artistas posicionándose en carteles de importantes festivales nacionales e internacionales.
Hoy el panorama es muy distinto, mientras que la escena indie se encuentra un poco desarticulada, el movimiento urbano chileno ha entrado con mucha fuerza en la industria musical a nivel mundial y los himnos pop que corean las juventudes en Chile provienen en su mayoría del trap y el reggaetón.
Este es el contexto en el que Dënver decide rendirle honores a su tercer álbum de estudio, el primero que produce en su totalidad Milton Mahan, mitad del dúo integrado por él y Mariana Montenegro. Aparte de la edición en vinilo del LP, el año pasado anunciaron una “única presentación” que se realizó en noviembre en Teatro Coliseo, pero en marzo de este año sorprendieron con su participación en el REC 2024 y la noticia de un segundo show en la capital antes de su gira aniversario por México.
El recinto elegido para la celebración fue la icónica Blondie, mismo lugar donde hace cinco años hicieron dos shows de despedida cuando decidieron poner fin al proyecto. La apertura estuvo a cargo de Oye, Elizabeth que con sintetizadores y un cover de ‘Amar en el Campo’ de Teleradio Donoso hicieron entrar en calor a quienes llegaron temprano a la cita.
Con un adaptación instrumental de ‘Mi Primer Oro’ y vestidos de fiesta Mariana y Milton subieron al escenario, la audiencia los recibía con gritos de entusiasmo mientras iban soltando de a poco el cuerpo. Una especie de calentamiento antes de avivar la fiesta con ‘Profundidad de Campo’, donde replicaron la coreografía de su memorable videoclip, con esa liviandad teatral que los caracteriza.
La noche estuvo llena de este tipo de guiños, como el confeti en ‘Revista de Gimnasia‘ (otra referencia a sus videos), los pasos de Mariana en ‘Mai Lov’; gestos que son la forma que eligió Dënver para entregar cariño de vuelta al público que siempre les ha acompañado. Incluso expresaron que revisando redes sociales decidieron adaptar su repertorio para complacer las peticiones que circulaban en los comentarios. Lo que explicaría de cierta forma por qué optaron por tocar en su mayoría canciones del querido Música, gramática, gimnasia. Incluida una versión acústica de ‘Los Bikers’, que no estaba escrita en el setlist, durante en el encore.
Mantuvieron cosas de la presentación en Teatro Coliseo, pero con algunas variaciones. Lo que daba la oportunidad a quienes se perdieron el concierto en noviembre de experimentar algo de lo que se vivió esa velada, sin hacer exactamente lo mismo y así ofrecer una experiencia expandida a quienes los veían por segunda vez en la capital.
Una de las sorpresas fue la participación de la artista mendocina Anyi durante la interpretación en clave bossa nova de ‘Diane Keaton’, y en el cover de ‘Con suavidad’ de Los Prisioneros tuvieron el apoyo del músico Pau.
Algo que se notó fue la atención que prestaron a la puesta en escena, visuales en sincronía con los movimientos, imágenes a tono con la emoción y que se potenciaban con las luces para dar atmósfera a la interpretación. Una reinvención escénica que se aleja de lo que acostumbrábamos ver en sus conciertos, a pesar de seguir tocando canciones con una década de historia.
Sin ser fan incondicional de la banda, pero sí alguien a quien consistentemente sus canciones han acompañado a lo largo de los años y que fue adolescente (o algo así) en la época de ‘Los Adolescentes’, viví una noche de mucha emoción. Una especie de constatación del paso del tiempo “en medio de una fiesta”, desde la alegría de haber vivido algo juntos y reencontrarnos en su festejo. La nostalgia no como una pérdida negativa, sino un dejar de ser para convertirnos en lo que somos y vamos siendo.
Una nostalgia que no suena rancia porque siempre ha estado, porque los sonidos y composiciones de la banda conservan la efervescencia y frescura del primer momento, que han sabido acompañar con una especie de carisma acartonado (no en un mal sentido) y tierno. Lo que hizo Dënver esa noche fue ofrecernos dos fotos con diez años de diferencia para celebrar lo que cambia y lo que permanece.
Todas las fotos pertenecen a flotar_es_caer_.