Para encajar con el sexto disco de estudio de Delorean, hay que tener en cuenta que la intención de los músicos no fue más que realizar todo lo opuesto a su gran éxito discográfico, Apar, del 2013. Si hace tres años, la banda quiso hacer de su electrónica un espacio lleno de guitarras y baterías, en esta entrega los oriundos de Zarauz se olvidaron de los instrumentos convencionales y se atrevieron a volver a la electrónica más ambiental con la ayuda de un sintetizador Clavia Nord Lead, del que sacaron toda su paleta de sonidos antes de siquiera aventurarse a contarnos de un nuevo álbum.
En sus 16 años de carrera, Delorean ha vivido la comparación constante con casi todo el catálogo de DFA, pero no es hasta este disco en el que Cut Copy o Hot Chip pueden salir al baile con una simple escucha rápida del trabajo titulado Muzik, estrenado el pasado 22 de junio.
Grabado por la propia banda junto al ingeniero Hans Krüger -a quien conocen de toda la vida-y mezclado por su viejo amigo, Chris Coady -que ya pasó por discos de los Yeah Yeah Yeahs, Grizzly Bear, Beach House y Future Islands-, los nueve tracks que componen Muzik se hacen familiares y cercanos. Todo entre amigos, sin artistas externos que interpreten las piezas creadas por los músicos, y dándole nuevamente la oportunidad al vocalista Ekhi Lopetegi de lucirse con sus sonidos vocales etéreos.
Además de quedar todo entre cercanos, cosa que se nota en cada pieza, este es el primer disco que la banda lanza bajo su propio sello Phlex, sin presiones de casas externas, sin apuros, con calma y frenesí, fusión que se repite durante el álbum que representa a la perfección lo que significa la tranquilidad del baile. Casi terapéutico.
‘Epic’ abre la entrega, y queda casi como una anécdota cuando la pieza que le da el nombre al disco comienza. Sin duda es el punto alto y la decisión de ponerla como segundo integrante en la fila del tracklist te deja con la ansiedad de esperar que aparezca otro subidón como el que se mandan en esta producción del español Pional. Beats orquestales, teclados seductores y el coro que repite “music got a hold on me, it’s shaking the ground where I am”, que deja con la tranquilidad de saber que no eres el único disfrutando de la canción que resume de buena manera lo que significa todo el larga duración: una entrega que a ratos se aleja del público de festival actual y se acerca al fanático más maduro de la electrónica.
Pero la verdad es contraria y viene con intención. El sexto disco de estudio de los europeos termina siendo tan disfrutable para seguidores de Calvin Harris y Mysteryland como para el ya treintañero apegado a The Orb.
‘Figures’, ‘Orbit’ y Both’ siguen el viaje que se transforma en uno emocional y físico, que te permite tanto bailar como estar acostado con audífonos en la oscuridad. Guiños al pop de los setenta y ochentas se fusionan con los elementos más contemporáneos que los músicos han adquirido girando mundialmente y siendo los responsables del baile en destacados festivales.
Muzik es frenético y tranquilo, sirve para una velada calma, pero si se le sube el bombo a tope, de pronto tenemos al protagonista de la fiesta sin siquiera enterarnos, como pasa con ‘Contra’, la canción de ficha técnica ambiental que de un momento a otro revienta en diversión y papel picado.
Sin duda hay dos elementos muy trabajados en la producción: la saturación extrema versus la armonía de tono bajo, todo acompañado con un hi hat que da cohesión entre canción y canción, y que encaja muy bien en el contexto house. La mezcla de lo mejor de dos mundos electrónicos.
Electrónica limpia, fácil, popular, pero no por eso con menor factura y con un contexto de vida de los integrantes que nos deja como resultado un álbum que rompe la absurda pelea del indie versus el mainstream: Deloran sólo quiere ser escuchado y sabe cómo mezclar los sonidos de la movida actual con los que los recibieron durante sus inicios hace más de una década.
El sexto paso de los españoles por el estudio es maduro, no tuvo prisas ni condiciones porque se atrevieron a hacerlo bajo su nombre, a su ritmo, con sus amigos. Ayuda de precisos, sin llenar la ficha con colaboraciones repetitivas, y con decisiones de producción y musicales que dejan a la vista la madurez que ha tenido la banda y sus integrantes. Ya no son los jovencitos de una pista pegajoza, y hemos visto frente a nuestros ojos cómo Delorean mutó a una banda que hace y deshace la electrónica a su parecer. Por suerte confiamos en su criterio y no nos decepcionaron.