“Yo no canto con la pobre excusa de hacer rock o pop”, afirma Gregorio Fontén, vocalista de Cuchufleta, en ‘Melodías Para Consumir’. La pista más accesible de Hoy, Joven y Vital cobra absoluta veracidad tras un análisis holístico de la obra y funciona como un rayado de cancha. La más reciente entrega del grupo es algo fuera de lo común. Es más, ni siquiera es un álbum propiamente tal, sino que –como ellos mismos lo llaman- es un “librisco”. O sea, un elepé en formato de libro (diseñado por la agencia Leche) con un CD adentro. Desde la mera presentación, queda en evidencia que el quinteto anhela fugarse del rebaño y pavimentar su propio terreno.
Mientras una buena porción de la fauna chilena persigue la vanguardia, enfocándose en escenas internacionales, Cuchufleta hace el ejercicio opuesto: ellos abrazan al legado patrio y de más larga data. Eduardo Parra (de Los Jaivas) y Rhino González (de Los Beat 4) son la influencia terrenal y espiritual, respectivamente, de esta placa. Uno en la producción y otro en la inspiración, ambos puntales asoman como hologramas en las canciones de Hoy, Joven y Vital. Su presencia es etérea y se funde con las búsquedas propias de los santiaguinos, hasta confluir en un solo ente, emancipado y autónomo.
En poco más de media hora, la banda consigue desmarcarse del resto, apostando todas sus fichas por una aventura anacrónica y disociada de los convencionalismos. La mesura de los arreglos de cuerdas y vientos, dispuestos como una ornamenta y no como el foco de la atención, habla sobre un grupo confiado en sus composiciones y que intenta con esmero dar forma a un cuerpo de trabajo de audición amable. Una tarea plausible y tributaria de quienes pisaron el mismo terreno antes que ellos. Con un pie en el pasado y otro en el presente, Cuchufleta establece que están listos para jugar en las grandes ligas, a través de un cuarto álbum que es un triunfo en sí mismo.