Sábado 30 de marzo de 2013, Blanco Encalada #2850, Santiago
Fotos por Carlos Santibañez
Debe ser un arduo y tupido trabajo producir eventos culturales o espectáculos de cierta envergadura en Chile, como eventualmente podría haber sido éste. Es la única explicación posible para obviar la historia de lucha popular que lleva la Población Lo Hermida, la cual abraza por un costado la vía de acceso al recinto pensado como primera opción para concretar la venida de Violadores del Verso (el Chimkowe), y querer hacerlo la propia noche de la conmemoración del Joven Combatiente. Desde cierto punto de vista hasta podría resultar una ecuación interesante y fundamental, pero en la antesala la concurrencia no lo notó así y la producción se vio obligada a cambiar recinto y fecha en favor de la seguridad. Eso, más un discreto rumor de falsificación de boletos, fue la previa a este nuevo reencuentro -uno de tantos- del grupo español con el público local.
Ya en la noche de la cita, a las afueras del ex Cadillac (actual sede de la nauseabunda Kmasu), una cola que doblaba la cuadra hacía recordar la entrada a las fiestas raperas de antes. Una vez adentro, y luego de un mediano retraso, Rumba Rubén soltó los platos para placer del aforo total. ‘La Cúpula’, canción escogida para la apertura, deja inmediatamente clara la ética de Violadores: “Esto es así, no nos puedes cambiar, estamos en el rap de por vida”. Se trata del último tema grabado en conjunto, y es extraído del disco solista de Sho-Hai, factor que indica la mayor diferencia del presente espectáculo versus los shows montados en anteriores visitas. Lo mismo pasó en el caso de Lírico, quien donó 3 o 4 pasajes de su álbum en solitario. Kase-O sumó rapeando su ‘Pan Caliente’, colaboración para el álbum de Capaz Fernández.
Y es que el resto de placeres que trajo este show es ya una marca de calidad certificada. La cohesión del fraseo de los micrófonos, lo asertivo del trabajo del DJ y las diferencias de estilos e intenciones de cada uno de los miembros de la banda, hacen que el espectáculo que brinda Violadores sea de los mejores que la lengua castellana del hip-hop conoce; y, por lo tanto, verlos siempre será ganancia, independiente de la cantidad de visitas y repertorios ofrecidos, o de la vigencia del último material editado. Kase-O sigue siendo el más ágil y versátil, Lírico conserva intacta su soltura y elegancia, y Sho-Hai continúa haciendo apología de lo que se echa adentro como ningún otro. Pueden sonar hardcore y saturados, al rato fluir sobre un rhydim de reggae y luego pasarse al club con el electro de ‘Planet Rock’, pero por sobre todo suenan a hip-hop, real en su esencia y en su accionar artístico. Y al fin y al cabo, eso es lo que importa.