Lollapalooza Chile 2013, domingo 7 de abril, Claro Stage, 16:15 hrs.
Foto por Camila Espínola
Eran las 16:15 hrs. y todo el sol que abandonó la capital durante la semana laboral había vuelto en gloria y majestad a acompañar a los asistentes de la última jornada de Lollapalooza. Pero la alta temperatura no le importó a los fanáticos de Mike Patton y, específicamente, de su proyecto Tomahawk.
Si bien es posible pensar que sería difícil para un show de este calibre animar a toda la audiencia de un festival, puesto que los públicos están mezclados, nada de eso pasó. La poca convencionalidad y el ruido se hicieron protagonistas de la tarde, formando aquellos mosh violentos que se veían más seguido en épocas pasadas. Por supuesto, no todo el parque fue parte de esta comunión, pero sus fieles se apostaron frente al Claro Stage para unirse a la cita.
Acompañado de John Stanier (Battles, Helmet) en la batería, Duane Denison (The Jesus Lizard) en guitarra y Trevor Dunn (Fantômas, Mr. Bungle, John Zorn) en el bajo en reemplazo de Kevin Rutmanis, Patton -que ya debería buscar una AFP chilena y comenzar a ahorrar para su retiro- fue mucho más mesurado que en sus presentaciones con Faith No More. Pero aún mantiene aquella naturalidad que ser nacionalizado (extraoficialmente) por gracia le puede otorgar.
El show de Tomahawk, además de sus propias composiciones, incluyó homenajes a Bad Brains con ‘How Low Can a Punk Get’ y a George Jones con ‘Just One More’, como cierre a su presentación en el festival. Ésta fue una invitación a salir de la estructura de canción radial y armonías tradicionales, una que la mayoría del público supo aprovechar.
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