Todos los años nos asaltan infinidad de bandas y artistas provenientes de las islas británicas. Fruta de temporada cuyo aporte a la música se limita a un buen single y a dar el pego en las portadas de las revistas. El expediente The Ting Tings se asemeja al de formaciones como New Young Pony Club en años anteriores, pero con unas pequeñas aunque cruciales diferencias. Su caso ha ido un poco más al extremo: su álbum "We Started Nothing" alcanzó el número 1 del chart británico, de la misma manera que "That’s Not My Name" hizo lo propio en el de singles. Aunque "Great DJ", "Shut Up And Let Me Go" o la citada "That’s Not My Name" destrozaron las pistas de baile de medio planeta, a The Ting Tings les quedaba por pasar la asignatura en la que todo hype acaba pereciendo: el directo.
No era la primera vez que actuaban en España. Un íntimo concierto en OchoyMedio y su actuación a la hora de la siesta en el FIB Heineken habían sido sus anteriores visitas al territorio español durante este 2008. Pero el dúo de Salford decidió incluir dos nuevas citas en su gira europea. Con el cartel de "Sin entradas", The Ting Tings se preparaban para la fácil tarea de contentar a un heterogéneo público: cazatendencias, impersonators de Pete Doherty y Russian Red, menores de edad, Eva Amaral y numerosos miembros de la pérfida Albión. Digo tarea fácil porque el que tu primer trabajo contenga siete hits potenciales (de los 10 que consta) proporciona un gran colchón antes de comenzar. Con lo que no contaban era con que los inefables teloneros pudiesen dinamitar la predisposición de la audiencia. Pero las dudas se disiparon con los primeros compases de "We Walk". Growner por excelencia, el tema funciona a la perfección como presentación de la banda en directo. Jules de Martino a la batería y ocasional guitarra, en un plano secundario; y la bella Katie White a la cabeza, encargándose de las voces, guitarra, sintetizador y hasta de un bombo. La sustitución de la banda por pedales. Sin tiempo a reaccionar, no dudan en atacar uno de sus principales éxitos: "Great DJ", un tema que hace las delicias hasta de un oyente habitual de las radiofórmulas. Uno de los estribillos más facilones del año que se convierte en un verdadero himno al ser coreado por la abarrotada Joy. La siguieron una festiva "Fruit Machine", sorprendente en su ejecución en directo, y la bailable "Keep Your Head". Pero también había espacio para los medios tiempos como "la canción lenta del disco" ("Traffic Light") y la perfección pop de "Be The One". Pero la fiesta continúa de la mano de la declaración de intenciones del grupo, que da título al disco: "We Started Nothing". Como tal deben ser vistos, como tremenda explosión en la pista de baile. No han inventado la pólvora, pero la suya funciona de manera especial. Para terminar, "Shut Up and Let Me Go", uno de los hits de 2008 y que ponía punto y aparte al concierto. Aunque la banda abandonó el escenario, todo el público asistente sabía que regresarían y cuántas canciones más iban a tocar. A la hora de anunciar su gira de otoño, anunciaron que interpretarían la totalidad de las canciones del "We Started Nothing" en directo. Ni una más, ni una menos. Así que la improvisada minisesión de De Martino en la que interpretó "Fly Me To The Moon" y pinchó algún que otro éxito verbenero, debe ser vista como un obsequio. Enlazando los últimos beats de la misma llegó "Impacilla Carpisung". El preámbulo para la bomba final que fue "That’s Not My Name". En la que una inspirada Katie dio el resto tras una más que notable actuación de no más de una hora. La única pega podría ser esa corta duración, pero ante un grupo de un solo disco es algo normal. Si bien podrían haber colocado alguna que otra cover o canción nueva entre sus hits, no pondré objeción alguna a un concierto pop perfecto. ¿Inigualable? En ningún momento, calcado al de ayer, al de mañana, al de dentro de dos días,…