Se habla de fiesta cuando; Se realiza un rito social en el que las personas marcan cierto acontecimiento.
Eso mismo se vivió anoche en un Teatro Caupolicán (a medio llenar), ya que The Rapture supo como transformar un concierto en una pista de baile, quedando en la mente de muchas personas. Algo así como una fiesta interminable que se inscribió en la memoria de unos pocos, solamente aquellos que pudieron asistir, pueden constatar aquel momento.
Parten muy atrasados (obviamente la productora estaba esperando que se llenará mas) y no con muchas ganas. Abren el repertorio con una tibia “Down For So Long“, pero que de un momento a otro cambia radicalmente con un “Get Myself Into It“, que hizo saltar a toda la cancha.
Cambia la cara de Luke Jenner (guitarra/voces) y comienza una comunicación bastante fluida con el público. Pero aún un cabizbajo Matt Safer (bajo/voces) no cambia su cara hasta después de un coreadísimo “Whoo! Alright-Yeah… Uh Huh“, la cual fue coreada, perdón!, gritada por un público bastante prendido.
De ahí las cosas fueron de más… a mucho más, la pista de baile se visualizaba en la mente de todos los asistentes, las piernas no podían mas, pero a la vez querían seguir bailando y ahí comienza “House Of Jealous Lovers” que prosiguió con el grito/coro de los asistentes. Cabe destacar ese histriónico baile de Gabriel Andruzzi (saxo/percusión/teclados) que me rememoro un poco a los mejores bailes del queridísimo Bez (Happy Mondays).
Terminan su primer set con un estruendosa “The Sound“, la cual tuvo algunos problemas de audio, ya que el teclado no se escuchaba como debía, y súbitamente dejan el escenario, dejando a toda la audiencia más que cansada.
Fue un tiempo muerto, el cual deberían haber tocado una de las dos ausentes que más se extrañaron en la noche; “Love Is All” u “Open Up Your Heart“. Pero no fue así y a cambio dieron unos minutos de silencio y descanso necesario.
Parten su segundo set con “Don Gon Do It” y de ahí la fiesta comienza a decaer, pero los dos últimos temas no dan para un término, sino que para seguir gozando. Pero quizás el ocaso fue lo más sorpresivo; un salto más que merecido de Luke hacia el público, que fue agradecido por la multitud que lo sostuvo. Terminan con un final electrónico de “Olio“, en la cual se van Luke y Matt, y solo quedan presentes Vito Rocofforte (batería/programación) y Gabriel, quienes terminaron con unas bases electrónicas, que hicieron bailar a todo el público.
Un repertorio que paso en su totalidad por sus dos discos: ‘Echoes‘ (2003) y ‘Pieces Of The People We Love‘ (2006) y una sorpresa del EP ‘Out Of The Races And Onto The Tracks‘, con el tema del mismo nombre del EP.
Un concierto que quedará en esa memoria musical y que sin duda se llevará el reconocimiento de ser uno de los mejores conciertos del año.
Y ustedes bailaron?…