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The Joy Formidable: las buenas maneras

The Joy Formidable: las buenas maneras

Cuando la cantante y guitarrista Rhiannon “Ritzy” Bryan, el bajista Rhydian Dafydd y el baterista Matthew James Thomas, los tres miembros de The Joy Formidable, salieron al escenario Acer-Windows 10, eran poquísimas las personas que los esperaban. Algunos pegados a la reja, la mayoría buscando una preciada sombra, todos se preguntaban la causa de un retraso que alcanzó casi quince minutos. No pintaba bien, pero los galeses repararon el desaire en menos de tres cuartos de hora.

En ese lapso de tiempo, mostraron canciones de sus dos discos, The big roar (2011) y Wolf’s law (2013), además de algunos adelantos de Hitch, que formalmente se edita el próximo viernes 25 de marzo. Una música basada en el sonido clásico de un trío de guitarra, bajo y batería, la mayoría de las veces con el pulso acelerado y siempre con la guitarra distorsionada. “Ritzy” Bryan, la mujer a cargo de las seis cuerdas, posee algún tipo de magnetismo cuando toca su instrumento, lanza algunos solos, presiona sus pedales o simplemente rasguea con una dosis de furia. A ello contribuye también su voz aguda, no especialmente prodigiosa, pero portadora de buena parte del carácter de la banda. Ella es quien conduce un concierto que tiene sus mejores postales cuando The Joy Formidable se aleja levemente de cierto convencionalismo que recubre sus canciones: por ejemplo, cuando la batería aporta algunos redobles o pequeños quiebres rítmicos o cuando el ruido amenaza con dominar por completo la escena, algo que finalmente nunca ocurre.

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“Ritzy” Bryan es también quien lidera la diplomacia en The Joy Formidable. Dice que han pasado un tiempo fantástico en Sudamérica, que quieren volver antes de fin de año y que para entonces habrá practicado el español, para poder comunicarse mejor. También es ella quien a ratos, apoderada de su instrumento, abre mucho sus ojos y lanza miradas desafiantes al público, apunta con el dedo, pero termina sonriéndose, como quien realmente está pasando una alegría genuina mientras hace su trabajo. En las muecas la secunda el baterista Matthew James Thomas, ubicado a la misma altura de sus colegas, justo para apuntar con sus baquetas hacia diferentes costados, buscando un aplauso o algún grito de admiración.

Paradigmático es el pasaje final del concierto de The Joy Formidable. Los tres se lanzan en una canción vibrante, quizás una de las mejores del repertorio que presentan en Lollapalooza, a pesar de ser instrumental. Suenan fuerte y lo saben, así que no cejan en meter ruido. La vocalista se arrodilla frente al público, baja del escenario y termina ofrendando su guitarra, para que todos los de las primeras filas participen de esa pequeña vorágine. Pero al final, con el ruido ya convertido en un eco, pasa saludando a la primera fila y se toma unas cuantas fotos con la mejor de las sonrisas. Ruido y amabilidad: esas son buenas maneras.

*Fotos por Jaime Carrera. Revisa todas las postales del sábado en nuestro álbum.