Domingo, 19:30, Perry’s Stage
Foto por Felipe Fontecilla
Desentendiéndose de la enfermiza puntualidad de todos los shows, y faltando 7 minutos para la hora de inicio pactada, los habitantes del Movistar Arena empezaron a pifiar nerviosamente. Mucha ansiedad y expectación se generó en torno a la presentación del norteamericano, quien aún no logra descartar del todo la chapa de fenómeno mediático, en contraposición a los que afirman en el estilo que cultiva la renovación más profunda producida en la música de baile durante los últimos años.
En realidad no existen aún después del show mayores antecedentes como para afirmar lo uno o descartar lo otro; lo que si resulta innegable es la potencia del set de Skrillex y su capacidad gutural de organizar el ruido y disponerlo de manera punzante hacia el oyente, deconstruyendo y metalizando piezas originales por medio del perilleo inmoderado, maquinal e intrusivo. Claro, el fin último es bailar, pero nadie nunca dijo que sería algo agradable.