Luego del éxito de la primera jornada, que según cifras de la organización alcanzó 120 mil asistentes, el panorama del festival cambiaría radicalmente en su segundo día: los núcleos familiares y adolescentes fueron cambiados por miles y miles de poleras negras, riffs altamente contundentes y euforía constante.
Palco Sunset, uno de los escenarios, partía con particulares colaboraciones que mezclaban el talento local con consagradas personalidades del mundo del metal. Noturnall (banda brasileña de metal progresivo) era acompañada por Michael Kiske, legendaria voz de Helloween. Angra, institución de metal en Brasil, compartió escenario con Doro Pesch (Warlock, Snakebite) y Dee Snider, con el cual repasaron clásicos de Twisted Sister como ‘I Wanna Rock’ y ‘We’re Not Gonna Take It’. En ese mismo escenario, Ministry hizo una contundente y versatil presentación, donde además tuvo como invitado a Burton C. Bell para las canciones ‘N.W.O’, ‘Just One Fix’, ‘Thieves’ y ‘So What’.
El stage principal comenzaba a funcionar de la mano de Gojira, banda que también estará presente en nuestro país para la primera versión de Santiago Gets Louder. Los franceses tuvieron que luchar de principio con una fría recepción del público, pero con el pasar de los minutos y a medida que Joe Duplantier (voz) y Jean-Michel Labadie (bajo) se desenvolvían en el escenario, los presentes se integraban con mayor energía a un show que no daba descanso. ‘Ocean Planet’, ‘L’Enfant Sauvage’, ‘Flying Whale’, ‘Vacuit’ y ‘The Gift of Guilt’, fueron algunas de las canciones que se hicieron presentes en poco más de una hora de show. Sin lugar a dudas, un imperdible del SGL.
Uno de los shows más expectación de esta noche era el de Royal Blood. La banda revelación del rock inglés se presentaba por primera vez en Latinoamérica y sólo llegaba con un disco bajo el brazo (además de uno que otro b side). La duda era si eso bastaría para contentar a un público exigente y en un escenario tan importante. A penas salió Mike Kerr (voz, bajo) y Ben Thatcher (batería) se evidenció la respuesta. El bajo de Mike retumbó de principio a fin en toda Cidade do Rock. ‘Come on Over’, ‘Figure It Out’, ‘Better Strangers’, ‘Little Monster’ y ‘Ten Tonne Skeleton’, fueron las encargadas de sorprender a un público que parecía no estar muy familiarizado con el fenómeno, el cual ya ha abordado T in the Park y Glastonbury, con excelentes resultados. Se despidieron con nada menos que ‘Iron Man’ de Black Sabbath y con un Thatcher perdido entre la masa de gente. Un debut arrollador en nuestro continente.
Mötley Crüe llegaba a Rock in Rio con su gira de despedida de los escenarios: Vince Neil, Nikki Sixx, Tommy Lee y Mick Mars cumplieron más de 35 años de carrera y se notaba en su desempeño. Con un show pirotécnico y una puesta en escena que incluía suspensiones corporales, una de las bandas íconos del glam decía hasta siempre a esta parte del planeta. El “robusto” Neil se empeñaba en llegar a los tonos, fallando en más de la mitad de las ocasiones. A su favor jugaba las bailarinas/coristas que lo acompañaban en cada canción. Lee y Sixx salvaban el show con su histrionismo, mientras que Mars se pasaba como un testigo más detrás de su guitarra. Hits como ‘Girls, Girls, Girls’, ‘Wild Side’, ‘Same Ol’ Situation’, ‘Smokin’ in the Boys’ Room’ (cover de Brownsville), ‘Shout at the Devil’, ‘Dr. Feelgood’ y ‘Kickstart My Heart’, prendieron a una explanada completa que esperaba impaciente por el plato mayor. Un adiós con poca emotividad, aunque el bis con ‘Home Sweet Home’ tratara de llevarlo para ese lado.
Metallica era el nombre que se leía en todos lados desde que las puertas se abrieron. La emoción se vivía en cada rincón y la impaciencia sólo fue calmada con ‘The Ectasy of Gold’. De ahí en más fue éxito tras éxito: ‘Fuel’ y ‘For Whom the Bell Tolls’ fueron coreadas por 120 mil gargantas que se unían a los ‘Four Horsemen’. El único problema que pudo empañar la noche tuvo lugar en ‘Ride the Lightning’, cuando el sonido desapareció por completo en dos (largas) ocasiones. Después de la complicación, los oriundos de San Francisco desaparecieron por más de 5 minutos de escena. Como si nada hubiera pasado, volvieron para seguir con ‘The Unforgiven’, ‘Cyanide’ y ‘Wherever I May Roam’.
La banda californiana siempre ha destacado por el sentido de marketing que tienen y su estrecha relación con sus fans. Ambas ideas se juntaron y nació una pequeña “barricada” donde dejaron con vista privilegiada a aproximadamente un centenar de fanáticos. ‘Sad But Tru’, ‘Turn the Page’ y ‘The Frayed Ends of Sanity’, serían el apronte para el punto alto de la noche, donde ‘One’ y ‘Master of Puppets’, llevaron la adrenalina dentro de cada moshpit al máximo. La noche comenzaría a cerrarse con ‘Seek & Destroy’, ‘Whiskey in the Jar’ (dedicada a la memoria de Cliff Burton), ‘Nothing Else Matters’ y ‘Enter Sandman’. Lars, Kirk, Robert y James volverían una vez más al escenario para agradecer y dedicar unas palabras al público, quien se quedó fiel junto a la banda hasta casi las 3 de la mañana. Un show sin ninguna novedad, pero que dejó a todos contentos.
El día del metal no sólo sirvió para confirmar (una vez más) la versatilidad que tiene este festival, sino que también como apronte para la próxima semana cuando Deftones, Faith No More, Lamb of God, Mastodon, Queens Of The Stone Age y Slipknot aterricen en la ciudad carioca.