Fotos por Maira Troncoso.
A las dos de la tarde, Prehistöricos hizo gala del buen momento que están viviendo, disparado tras su presentación en el Estadio Nacional durante la previa a The Cure. Tras un set de media hora, Luke Jenner (voz y guitarra de The Rapture) subió al escenario paralelo para dar una sobria muestra de su proyecto solista, afirmando que era la segunda vez que mostraba esta nueva propuesta. A estas alturas existía la duda aún sobre si sería un día caluroso, debido al viento costero y las nubes que se asomaban. Las coronas de flores de los asistentes peligraban.
Avanzó la tarde y Bomba Estéreo desplegó todos los ritmos del Caribe en el Escenario Latino. El público, ya menos dividido, se agolpaba a ver a los colombianos sin dejarse asustar por la fuerte brisa y negándose a cubrir sus cuidados atuendos, en caso de divisar a un fotógrafo de algún blog de tendencias. Baile, percusiones africanas y una Liliana Saumet acostumbrada a meterse a la masa al bolsillo resultaron en un éxito rotundo que no sorprende, siendo ya la tónica de sus presentaciones en nuestro país.
Luego fue el turno de Solange, quien inició su show con ‘Don’t Let Me Down’ y demostró que ni siquiera es necesario dejar fuera el apellido (Knowles) en su nombre artístico, pues su proyecto es lo suficientemente sólido como para no dejarse amedrentar por ser hermana de Beyoncé. Durante cincuenta minutos su pop con tintes de soul hipnotizó a un público sorprendido por la calidad del momento. Pasos a la “Soul Train” coreografiados con maestría, una voz gigante, coristas de ensueño y banda al mismo nivel. Su participación sólo puede calificarse como un éxito y confirma que, en los festivales, las sorpresas -cuando son de calidad- siempre serán muy bien recibidas.
Mientras el sector Pool Party Primavera se llenaba con los valientes que comenzaban a salir de la piscina bajo el cielo gris, Adriana Barrientos bailaba en medio de la tierra que levantaban los asistentes y una de las marcas de bebida alcohólica que auspiciaban el evento repartía gorros, de esos que usaban los niños hardcore a principios de siglo cuando entraban por monedas a la Laberinto. En ese lugar fue donde se llevó a cabo uno de los mejores sets de Primavera Fauna 2013: Matías Aguayo + Mostro. Los presentes estaban frente a una nueva oportunidad de ver su propuesta en vivo, luego del inolvidable show que dieron en diciembre del año pasado en el Anfiteatro Bellas Artes Viajeinmóvil. El experimento, a primera escucha, podría sonar complejo o difícil para quien no estuviera ahí por ellos; sin embargo, al final se había ganado a todos los asistentes.
Para quienes veían por primera vez esta fusión, la lógica indicaba que nada podría salir mal gracias a la potencia y calidad de sus propuestas por separado. Cada uno aportaba los ingredientes necesarios para que el público pudiera moverse sin problemas con el ruido, dejando de lado cualquier estándar y acercándose a lo tribal, a ratos teñido de texturas y momentos altos. Sobre todo con las intervenciones de Cerebro, voces guturales que contrastaban con el canto luminoso de Aguayo. Este combo es prueba empírica de que el sonido es origen y se puede disfrutar a concho, sin teorías de por medio. Definitivamente, deben agendar más presentaciones.
Cuando el cielo pasaba del rosa Loveless a la noche, las pantallas del Escenario Dentyne anunciaban su próximo set: Los Bunkers. Un anunció que causó sorpresa en el cartel desde un comienzo, debido al inexistente romance de la banda con este tipo de eventos; pero que, finalmente, dejó a más de un snob incrédulo en silencio. El quinteto se paseó por sus diferentes épocas, partiendo con ‘Desperdíciame’ (de su último disco) y sin convencer mucho a los jueces escépticos. Casi como una metáfora de la realidad, ya que su más reciente entrega no se destaca por ser una de las más fuertes de su carrera. Sin embargo, también tuvieron tiempo para celebrar los diez años de “La Culpa”, haciendo corear de forma generalizada a todos con ‘No Me Hables de Sufrir’. Éste fue el show con mejor sonido de toda la jornada: amplificación y ejecuciones limpias, algo que esta banda (le pese a quien le pese) está acostumbrada a lograr. Sí, no existe mayor innovación en estructuras musicales o en referencias directas: es simple y llano rock, pero bien tocado.
Pasadas las 21:30 hrs., Jason Pierce y compañía subieron al escenario para abrir con ‘Here It Comes (The Road, Let’s Go Down)’. El frontman de Spacemen 3 se sentó en una silla y se ensimismó en su guitarra durante los 75 minutos de espectáculo, y el público estuvo igual de flojo. Tanto, que era fácil caminar en medio de la masa para llegar a la reja y poder apreciar todo con menos diálogos paralelos de fondo. Definitivamente, el formato de banda tradicional resta mucho a la obra de Spiritualized. Faltaron arreglos y grandeza para llenar todo, aún con un Pierce completamente ausente. Faltó ruido y sangre. Faltó lo espacial del space rock y, a ratos, los amplificadores se llenaban de sacarina, como si se estuviera en presencia de un mal día de Oasis. La decepción se resume en que no se puede venir a tocar ‘Come Together’ sin aquel coro gigante, es ilegal. Será mejor seguir fantaseando con aquel disco en vivo grabado en el Royal Albert Hall.
Luego, muchas de las almas presentes (varias atribuladas por lo que acababan de presenciar) se acercaron a ver qué tenía Javiera Mena para ofrecer en el Escenario Latino. De blanco, la cantante entregó un correcto set de canciones, pero nada sorprendente. Volvió a demostrar que es cada vez mejor entretenedora y, si unes eso a estructuras pop bien compuestas, da lo mismo cómo cantes: el público te va a aplaudir igual.
Ya en plena noche, el plato más esperado de la jornada estaba a punto de salir del horno. En medio de mandalas de luces de colores y ritmos incandescentes, M.I.A. hizo bailar a todos los presentes, desde la reja hasta las terrazas VIP más alejadas. Lo único bueno que resultó de la colonización británica de Sri Lanka a mediados del siglo pasado se paseó por todos sus hits, como ‘Y.A.L.A.’, ‘Bamboo Banga’, ‘Galang’ y ‘Paper Planes’. La inglesa no dio tregua con la mezcla de ritmos, que partían del rap para fundirse con la electrónica dura e incluso el reggaetón, acompañada todo el show por sus bailarines. El cierre con ‘Bad Girls’ fue el final redondo para más de una hora de movimiento incesante y, para fortuna de quienes le seguirían (CSS y Cut Copy), el warm-up perfecto para continuar con la fiesta.
Si se trata de experiencia, la estancia en las Piscinas de Espacio Broadway fue bastante más agradable que en el 2012. El sector de comidas y refrescos funcionó con tranquilidad, sin las agobiantes colas de horas que tuvo que soportar el público durante la versión pasada y, además, el traslado de buses no tuvo mayores problemas. Dos factores ayudaron a esto: la productora, que aprendió de las fallas y las corrigió, y el bajo público, que hizo todo más respirable.
Los presentes no merecen una mayor caracterización, porque los eventos Fauna llaman la atención permanentemente de un sector. Muchas marcas, mucho VIP y harto disfraz: lo que importa es ser visto. No es posible ser tajante y hablar sobre asistencia respetuosa y espectacular, pero el lugar era amplio y resultaba más fácil no toparse con algún ebrio que se aprovechó de su pulsera mágica. Tampoco fue demasiado viva. Sí, estaban felices; sí, se acercaban a ver a las bandas, pero no existió ningún ápice de fanatismo generalizado por ningún artista del cartel, salvo la inglesa. Una versión tibia, en todos los niveles, que tuvo chispazos electrizantes con Matías Aguayo + Mostro, Solange y M.I.A.
Revisa nuestro álbum completo de Primavera Fauna 2013 en este enlace.